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BELLAMY Y LAS NECESIDADES TRÁGICAS

¿Alguna guerra es justa?

Durante la campaña electoral previa a los atentados del 11-M, y antes de ella, una de las cuestiones que tuvo más presencia fue la segunda guerra de Iraq, y, más concretamente, la justicia y legitimidad o no de la misma.

Durante la campaña electoral previa a los atentados del 11-M, y antes de ella, una de las cuestiones que tuvo más presencia fue la segunda guerra de Iraq, y, más concretamente, la justicia y legitimidad o no de la misma.
Desgraciadamente, la opinión pública española, una vez más, volvió a perder la oportunidad de convertir el problema en un debate a fondo, en el que se hubieran podido esclarecer las posiciones de los distintos partidos, pues el hecho bélico, por lo extremoso del mismo, pone a prueba la solidez de cualquier cosmovisión y, por supuesto, de cualquier posición ética o política. Dicha confrontación racional sobre este hecho y sobre qué decisión tomar ante él hubiera facilitado la maduración de la sociedad española. Aunque no salieran a la luz las razones, lo cierto es que, desde otro punto de vista, quedó bastante claro lo inane de las posturas principales y el desfondamiento de nuestra comunidad política. Y, sobre la oquedad de ideas, criterios y fines, los atentados causaron el efecto de todos conocido.

Del profesor Alex J. Bellamy, de la universidad australiana de Queensland, podemos leer ahora, en español, su meritorio trabajo Guerras justas. De Cicerón a Iraq. Brinda elementos más que suficientes para enriquecer el análisis de tantas cuestiones de actualidad que a diario nos asaltan con mil preguntas y poner en cuestión la superficialidad y frivolidad con que frecuentemente se abordan estos problemas. Ciertamente, el lector no va a estar de acuerdo siempre con lo que el profesor afirme, pero un planteamiento inteligente siempre es enriquecedor; aunque no nos haga cambiar de opinión, siempre sirve para ayudarnos a consolidar nuestras posturas desde la comprensión de otro parecer.
 
Ya en el primer momento, el autor nos muestra sus cartas:
Si bien hay cosas por las que vale la pena luchar y matar, la guerra es siempre una tragedia. Si bien suele ser de una necesidad trágica, siempre tiene un costo. Lo fundamental en la guerra es, sobre todo, no convertirnos en aquello contra lo que luchamos.
Frente a la común opinión de un no generalizado a la guerra, Bellamy afirma abiertamente que las hay que pueden ser una necesidad trágica, por tanto, ineludibles. ¿Pero hay algo verdaderamente por lo que merezca la pena luchar y morir? ¿Es posible matar y no formar en las filas de los antivalores que se combatan? ¿Qué justifica el ir a la guerra? Aunque el fin que se persiga sea justo, ¿vale cualquier medio en el esfuerzo bélico? Y, una vez alcanzada la victoria, ¿cómo se han de conducir los vencedores? Estas preguntas, y otras muchas que van apareciendo, el libro trata de ayudar a esclarecerlas en dos pasos y de una manera concreta. El lector se va a encontrar, más que ante un pensador que profundiza en los problemas, dialoga con los principales maestros del pasado y busca las raíces morales del asunto, con una descripción, abarcadora de un amplio espectro de posturas, sobre los asuntos que le van saliendo al paso, sin que por ello falten sus propias opciones.

En una primera parte, Bellamy hace un recorrido por la historia, en el que vemos cómo van apareciendo los elementos esenciales que van a ir configurando el pensamiento y debate sobre la moralidad y justicia del comienzo, desarrollo y fin de una guerra. Desde los autores que, con posturas más pragmáticas, hacen girar el problema en torno al Estado como sujeto bélico y a cuestiones de oportunidad y estrategia, hasta aquellos cuya preocupación está más en los individuos y la moral de los actos, pasando por los que se conforman con la regulación positiva del problema en el derecho internacional, el lector tiene ocasión de hacerse una idea de lo imprescindible para situarse en el problema.

El profesor australiano, considerando la necesidad de contar con elementos de los tres enfoques, sin embargo se queda en una postura más bien ecléctica que no acaba de articular estos tres componentes desde un pensamiento que los unifique, sabiendo distinguir el distinto nivel al que se mueven, aunque hablen del mismo problema, lo que permitiría jerarquizar adecuadamente los distintos elementos según de qué se trate. En la guerra intervienen personas: las autoridades estatales responsables de decidir el inicio y el curso del conflicto, el último soldado, los no combatientes y también los encargados de los tratados y el derecho internacional. Y todos ellos toman decisiones morales sobre el bien que realizar en una determinada coyuntura o el mal por evitar. Más allá del realismo político o el ajuste legal de los actos, la guerra es, ante todo, un problema moral que debe tener su traducción adecuada a otros niveles del obrar humano.

En una segunda parte, Bellamy, con similar modo de proceder, una vez situada la cuestión en el presente, pasa a abordar las cuestiones más propias de nuestro tiempo, no solamente desde un punto de vista teórico, sino mirando también hechos recientes (Afganistán, Yemen, Iraq, etc.): qué es el terrorismo y por qué es injustificable; cuáles son los límites de la autodefensa y cuándo una amenaza inminente justifica un ataque preemptivo –el preventivo lo sería ante una futura–; cuándo y cómo son aceptables los bombardeos, especialmente al combatir el terrorismo; qué motivos hacen que sea moral o incluso obligatoria una intervención humanitaria. Y, en todo ello, a nada que reflexione el lector, se va poniendo en cuestión el relativismo ético de nuestro tiempo y, a la par, el iuspositivismo.

J. J. R. Tolkien, el autor de El Señor de los Anillos, escribía a su hijo Christopher, en 1944, cuando se luchaba aún denodadamente contra los ejércitos de Hitler: "No se puede combatir al enemigo con su propio anillo sin convertirse en un enemigo". Pero el enemigo, ¿es sólo el que se opone a nuestros planes? ¿Podemos hablar de mal? ¿Cuándo el mal ha de ser combatido militarmente? ¿Hay algún bien por defender que justifique moralmente la guerra? Las preguntas se pueden multiplicar; hacerlo y buscar respuestas, es decir, la verdad sobre el deber-hacer, son deberes morales que una sociedad no puede resolver con eslóganes.


ALEX J. BELLAMY: GUERRAS JUSTAS. DE CICERÓN A IRAQ. Fondo de Cultura Económica (Madrid), 2009, 412 páginas.
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