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VUELVE EL CLÁSICO DE FREYRE

'Casa-grande y senzala': para entender el Brasil

Este libro publicado en el año 1933, por primera vez, sigue siendo la obra cultural más importante de Brasil. Nadie puede acercarse al Brasil contemporáneo sin pasar por ella.


	Este libro publicado en el año 1933, por primera vez, sigue siendo la obra cultural más importante de Brasil. Nadie puede acercarse al Brasil contemporáneo sin pasar por ella.

La originalidad de esta obra reside en su actualidad. La vigencia de este libro es obvia: la nación brasileña, entiéndase la nación cultural, hoy próspera y envidiada por el mundo entero, ha sido una invención, en buena medida, de Gilberto Freyre en este libro. En esa perspectiva, pocos libros, en el Brasil actual, tienen tanta vigencia como Casa-grande y senzala. Ha tenido que ser un viejo socialdemócrata, vuelto liberal, el primer presidente de Brasil que se tomó en serio las ideas de Freyre, quien haya reconocido que Brasil, incluso el actual y el futuro, no se entiende sin esta obra.

En efecto, me refiero a Fernando Henrique Cardoso, sin duda alguna, el presidente del Brasil que creó tanto las bases de la actual democracia brasileña como su despegue económico y social, y quien dijo, en el prólogo que puso a una edición brasileña de 2003:

En un Brasil urbano e industrializado, que vive una situación social en la que las masas están presentes y reivindican su ciudadanía, ansiosas de mejores condiciones de vida, se continuará leyendo a Gilberto Freyre. Se aprenderá con él algo de lo que fuimos o de lo que somos todavía en parte (...). De alguna forma, Gilberto Freyre nos permite hacer las paces con lo que somos. Revalorizó la negritud. Llamó la atención sobre la región. Reinterpretó la raza por la cultura y hasta por el medio físico. Mostró, con más fuerza que nadie, que ese mestizaje, el hibridismo, e incluso la plasticidad cultural de la convivencia entre opuestos (sin contar la mistificación), no son solamente una característica, sino una ventaja de Brasil.

Estamos, pues, ante un libro clásico, entre los contemporáneos, porque crea un nuevo género entre el ensayo histórico y el antropológico. Su eclecticismo es genial. Vale para todo y a todos pone en su sitio. Estamos ante un tipo de ensayo más cercano a las ciencias sociales en general, y a la antropología en particular, que a la creación poética, aunque esta obra sería ininteligible sin su aportación literaria. Es un gran libro literario. Su creatividad es comparable a El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, o Radiografía de la Pampa, de Ezequiel Martínez Estrada. Libro inclasificable, en cualquier caso, porque es un trabajo de investigación que tiene un carácter altamente terapéutico. Esta mezcla de antropología histórica, historia social y literatura pretende reconciliar los desgarramientos y las contradicciones de la vida histórica del Brasil. Y, en mi opinión, no sólo lo consigue, sino que es la norma, la pauta, por la que se sigue dirigiendo los brasileños, es decir, es un libro de historia, pero, en cierto sentido, está escrito contra la historia.

Freyre supo poner por escrito para Brasil la principal doctrina que aprendió con Franz Boas, el gran antropólogo de la Universidad de Columbia, a saber, no se puede nunca equiparar raza y cultura. La diferencia entre una y otra es esencial. Freyre valoró, en efecto, al negro y al mulato al margen, o mejor, separados de los rasgos de su raza y vinculados a un ambiente y a una determinada experiencia cultural. He ahí la distinción básica, clave, sobre la que Freyre inventa la nación cultural brasileña. He ahí el Brasil híbrido y mestizo, grande y positivo, imagen nacional, que tiene la mayoría de los brasileños.

El Brasil de este libro ya nada tiene que ver con el Brasil del trópico antioccidental. Freyre termina con ese prejuicio, casi un estigma de origen geográfico, que convertía a los brasileños en seres apáticos, indolentes y perezosos al margen de la civilización occidental. Freyre deja claro en esta obra que el mulato no era una degeneración y tampoco el mestizaje debería considerarse un problema. Por el contrario, argumentó con precisión científica y discurso literario, el trópico, la América tropical, tenía una sociedad y una cultura complejas; había dado lugar a una sociedad agraria en su estructura, esclavista en la técnica de explotación económica, y en su composición híbrida de indio, primero, y, más tarde, de negro. Más aún, mantenía Freyre que Brasil era la primera sociedad moderna constituida en el trópico, o mejor, en los trópicos, con características nacionales y, por tanto, con cualidades de permanencia. Brasil era una nación con regiones. Una gran nación de la que sentirse orgulloso. Punto.

De las muchas contribuciones de este libro a las ciencias sociales actuales, hay dos que no pueden pasarse por alto. Por un lado, el análisis de un modo de vida que no puede concebirse si no es como un todo. El análisis de la sexualidad, que es uno de los aspectos más estudiados en este libro, es extendido al ámbito más amplio de la vida social y política. Por otro lado, frente a las tendencias modernistas de su época, Freyre recupera la cultura popular para las ciencias sociales; hace cientos de entrevistas orales, recupera los libros de los viajeros extranjeros, analiza expresiones populares, modos de vestir, juegos de niños, comida, música y, en fin, todo eso que se conoce por vida cotidiana.

Este libro, por otro lado, nadie debería tomarlo como una cosa rara al margen de las tradiciones intelectuales de Brasil; por el contrario, nace en un contexto cultural muy desarrollado. Es verdad que la influencia de Boas fue importante en Freyre, pero no más que la discusión que mantuvo con grandes antropólogos e intelectuales brasileños. Baste citar como ejemplos dos de esos intelectuales que, a la postre, conforman una gran tradición de hombres de letra y pensamiento. En efecto, para Freyre es imposible entender su libro sin el diálogo crítico que mantuvo con la obra de Joaquim Nabuco O Abolicionismo. Según Freyre, sin Nabuco jamás hubiera entendido que Brasil tenía un problema nacional después de la abolición:

O Brasil tinha que criar um trabalhador brasileiro. Fazer do escravo e do descendente do escravo, um trabalhador e um cidadao. Um pensamento, o de Nabuco, notavelmente construtivo.

La aparición de Casa grande y senzala (nombre en portugués que recibe la casa del esclavo) fue también un revulsivo, una crítica seria y atinada, de un libro de amplia influencia en la interpretación de Brasil: Os sertoes,de Euclides da Cunha. Aunque Freyre reconoce el gran valor histórico que tienen los anchos panoramas que estudia Euclides da Cunha, critica sus generalizaciones, por ejemplo, no admite que sea determinante la influencia negra en la conformación étnica del sertanero. Según Freyre, exaltar la fuerza moral del caboclo –mezcla de indio y blanco–, en detrimento del mulato, no sólo es superficial sino que refleja ciertos prejuicios.

 

GILBERTO FREYRE: 'CASA-GRANDE Y SENZALA'. LA FORMACIÓN DE LA FAMILIA BRASILEÑA EN UN RÉGIMEN DE ECONOMÍA PATRIARCAL. Marcial Pons (Madrid), 2010, 663 páginas. Traducción de Antonio Maura Barandiarán.

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