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ASALTO AL ESTADO

Crónica de una desintegración anunciada

No hemos llegado aquí de repente ni por azar. “Aquí” es al cuestionamiento de la existencia y la unidad de la nación española y a la ofensiva contra el modelo de Estado establecido en la Constitución del 78. Pues, como demuestra Otero Novas en su nuevo ensayo, España lleva una década desbordando aquel marco y recorriendo el camino confederal.

No hemos llegado aquí de repente ni por azar. “Aquí” es al cuestionamiento de la existencia y la unidad de la nación española y a la ofensiva contra el modelo de Estado establecido en la Constitución del 78. Pues, como demuestra Otero Novas en su nuevo ensayo, España lleva una década desbordando aquel marco y recorriendo el camino confederal.
José Manuel Otero Novas.
El Gobierno de Rodríguez Zapatero, al dar aliento y colaboración a las pretensiones soberanistas o independentistas de los nacionalismos periféricos, sólo ha hecho que aflorara un proceso latente, al que han ido contribuyendo los dos grandes partidos nacionales. Asalto al Estado. España debe subsistir se revela así, por momentos, como la crónica de una desintegración anunciada. Pero lo es sin dramatismo añadido. El autor opta por el rigor del análisis y del documento para desvelar la naturaleza del proceso en curso, calibrar sus riesgos y atisbar posibles, aunque improbables, soluciones.
 
Estamos también ante las reflexiones de quien fuera uno de los diseñadores del Estado de las Autonomías, en su calidad de ministro y asesor del presidente Adolfo Suárez. En ese sentido, algunas partes de su ensayo pueden leerse como la crónica de un fracaso: el de las buenas intenciones de quienes idearon aquel modelo. El autor sigue defendiendo la idoneidad del mismo, y expone o denuncia cómo se iría quebrando progresivamente el difícil equilibro que quiso lograrse en la Transición entre los diferentes impulsos descentralizadores. Y ello hasta el punto de que el Estado español, vaciado ya de la mayoría de los 32 bloques de competencias que se le atribuían en exclusiva, se encuentra al borde de convertirse en una cáscara vacía. Si no se endereza el proceso, pasaría a ser un mero secretariado ejecutivo de las Comunidades Autónomas.
 
Todo ello implica la negación de la existencia de unos intereses nacionales, que están más allá de los de las partes que lo componen, y, en definitiva, la negación de la existencia de la nación española y de la soberanía nacional.
 
Otero Novas abre su libro con varias tesis, que irán sustentándose y ramificándose a lo largo de sus páginas. La primera de ellas es la ya citada del recorrido confederal, que luego examinaré con más detalle. La segunda, que una alteración del equilibrio alcanzado en el pacto constitucional supondría el retorno al punto de partida, es decir, al momento de la muerte de Franco, con el riesgo que entonces hubo de confrontación civil, eludido gracias a que prosperó el esfuerzo por alcanzar un consenso. La tercera abunda en este peligro, al señalar que las unidades políticas se hacen con sangre y se desintegran con sangre; ahí recuerda dos momentos de "sarampión" secesionista en España que condujeron a conflictos bélicos: el de 1640 y el de 1870. Y la cuarta, que la crisis del Estado español daña los intereses de los ciudadanos españoles en la Unión Europea, al restarle fuerza para defenderlos.
 
Gustavo Bueno.Además, el autor alertará, citando a Gustavo Bueno, de que a los países hegemónicos de Europa les interesa más tener como socios a "naciones fraccionarias" que a "naciones enteras". Es decir, que el debilitamiento del Estado español puede venirles bien y ser utilizado en provecho propio por aquellas naciones más unitarias y fuertes que tienen la ambición de liderar la UE. No las menciona expresamente, pero no hace falta mucho esfuerzo de imaginación para saber a quién o quiénes se refiere. De modo que, tanto por eso como por otras razones que aduce Otero Novas, el lector extrae la conclusión de que resulta ingenuo confiar en que la UE impida la desintegración de España, si llegara el caso.
 
El ensayo hace un repaso histórico a la evolución de la nación española, en el que se señala que la invasión musulmana hace del caso español uno peculiar en el proceso de formación de las naciones modernas en Europa; pues si en el resto del continente se pasó de la fragmentación provocada por los bárbaros a la evolución hacia el Estado-nación, España sufrió otro proceso de desintegración.
 
También se repasan las historias de Galicia, Cataluña y Euskadi, desmontándose algunas de las más habituales falsificaciones históricas de los nacionalismos. Y se encuentran los orígenes comunes de los nacionalismos vasco y catalán en sus deseos de proteccionismo económico y en las fuentes ideológicas del carlismo y el tradicionalismo eclesiástico.
 
Otero Novas señala una coincidencia interesante: existe una relación entre los momentos en que España deja de ser un mercado interior privilegiado para las producciones vascas y catalanas y los momentos de auge de las ansias "soberanistas" de esas regiones.
 
España está federalizada
 
La parte más interesante y actual del ensayo es la que estudia la evolución del Estado español desde 1975 hasta hoy. Ahí, el autor recuerda que el esquema de organización que él diseñara sólo preveía estatutos de autonomía de sustancia federal para algunas regiones, para aquellas con más "hecho diferencial". Pero la extensión a todas las regiones de aquel modelo, debido a las presiones del PSOE a principios de los 80, ha conducido a que "toda España está ya federalizada", y a que no tenga sentido "postular un Estado federal para solucionar los problemas".
 
Una comparación con EEUU y Alemania deja claro que nos hallamos, en lo que a la ley respecta, en un Estado federal de hecho. Ahora bien, si pasamos de la ley a la aplicación, la Constitución ha sido sobrepasada: los poderes periféricos son superiores a lo que refleja la Carta Magna. Y ello ya quedó establecido en los pactos autonómicos entre el PP y el PSOE en 1992, que diseñan un Estado federal. Es entonces, además, cuando "empieza a circular la peligrosa doctrina de que la Constitución no es una norma jurídica como las demás, [y] que debe interpretarse con arreglo a parámetros políticos". El autor quiere dejar claro que la Constitución no es un texto sagrado, pero también que se está practicando "el fraude de ley constitucional".
 
Felipe González.El caso es que la aplicación rigurosa de la ley se sacrifica "en aras de una confortable gobernabilidad". La senda de lo confederal se abre nítidamente tras las elecciones del 93, cuando el Gobierno de González accede a una cesión a la Generalidad catalana en el terreno fiscal. Desde ese año, dice, los dos grandes partidos nacionales "interiorizan y aplican los criterios de organización confederal del Estado". Fundamenta su diagnóstico en una larga serie de ejemplos, y tras ellos lanza una crítica al Manifiesto de Política Territorial del PP, anunciado en San Millán de la Cogolla en 2004. El PP, afirma, ha asumido la esencia de la doctrina confederal. Más aún, cree que la doctrina del PP nos llevaba a un "sistema suave y dulce de desaparición del Estado".
 
No se le escapa al autor que el sistema electoral español complica el proceso, cuando no es uno de sus motores. Cuenta que el propósito inicial era que el sistema proporcional se empleara sólo para elegir las Cortes Constituyentes, pero ésta resultaría otra buena intención frustrada por la realidad. En el capítulo dedicado a posibles soluciones, Otero Novas subraya la responsabilidad de los dos grandes partidos en mantener un sistema que "permite a grupos minoritarios forzar el cambio de modelo de Estado". La propuesta del autor como vía de salida o escape para la crisis actual consiste en un "gran Pacto de Estado" entre PSOE y PP, que piensa tendrá que venir "impuesto por la sociedad civil".
 
En suma, este libro de Otero Novas, abogado, fundador del grupo Tácito bajo el franquismo, ministro con UCD y dirigente del PP, actualmente apartado de la política activa, es un documento esencial para entender el proceso centrífugo en que nos hallamos, y las razones por las que debe defenderse la integridad de la nación española. Además, ofrece información privilegiada sobre "la cocina" de la Constitución y las decisiones de los primeros gobiernos de la democracia.
 
Hay, tal vez, dos aspectos en los que no resulta convincente el autor. Uno de ellos, el relativo a los "derechos históricos", que él acepta, aunque con un límite temporal: el marcado por los estatutos aprobados democráticamente en la II República. Sin embargo, parece inevitable que, al concederse hoy carta de naturaleza a ese tipo de "derechos", que son propios de una organización política premoderna, éstos pretendan adquirir forma moderna, es decir, quieran dar existencia a un Estado-nación.
 
Luego, Otero Novas expone cuatro procesos simultáneos de adelgazamiento del Estado que concurren para debilitarlo: la implantación del Estado de las Autonomías, el trasvase de competencias a ellas sobrepasando la Constitución, el triunfo neoliberal y la moda de las privatizaciones y el ingreso de España en la UE, con otro traspaso de competencias. Aquí parece que Otero Novas piensa que, cuanto menos Estado, menos nación; es decir, que los menores poderes de un Estado conducen inexorablemente a una debilidad de la nación. Pero ello no ha sido así; ni lo es, a pesar del engorde del Estado en los últimos decenios, incluso en las grandes democracias liberales, como EEUU y el Reino Unido. En cualquier caso, ambos son o han sido ejemplos de naciones fuertes con Estados "flacos".
 
En lo que sí tiene toda la razón el autor es en que "la abdicación de poderes del Estado [español] producida en estos lustros no ha sido a favor de una mayor libertad de los ciudadanos". Todo lo contrario. El ciudadano español ha de obedecer hoy a tres poderes legislativos y reglamentarios: el autonómico, el estatal y el europeo. Y el poder, por naturaleza, es expansivo.
 
 
José Manuel Otero Novas: Asalto al Estado. España debe subsistir. Biblioteca Nueva, 2005. 467 páginas.
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