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ECONOMÍA

España, del modelo castizo a la globalización

La sociedad española ha pasado del cerrojo económico por la cerrazón ideológica y política a la apertura al mundo. Y, por ese camino, del hambre y la mediocridad a la plena integración con los países desarrollados.

La sociedad española ha pasado del cerrojo económico por la cerrazón ideológica y política a la apertura al mundo. Y, por ese camino, del hambre y la mediocridad a la plena integración con los países desarrollados.
Juan Velarde.
Pocos están tan capacitados como Juan Velarde para contar esta extraordinaria historia. Él mismo, el economista asturiano, es quien le ha puesto nombre al "modelo castizo" de nuestra economía, que se resume en una búsqueda consciente de aislamiento del resto de la economía mundial, merced a lo que, de un modo de lo más impropio, se ha llamado proteccionismo. Destruccionismo, podría ser su nombre, más honesto, vistas las consecuencias que provoca el erigir barreras comerciales y desengancharse de la división del trabajo.

Velarde nos da cumplida cuenta de la construcción de este casticismo económico en su reciente obra Cien años de economía española, editada por Encuentro. Parte de Cánovas del Castillo, con el que se inicia "una marcha hacia la autarquía entendida como nacionalismo económico". En Alemania, el genial político no sólo encuentra un ejemplo de país, sino inspiración ideológica; en autores como List o los socialistas de cátedra, embriones del nacional socialismo.

Cánovas tratará otros temas caros al socialismo de derechas; repárese, por ejemplo, en su llamada a no considerar el trabajo "una mercancía" o a "reconocer el derecho de coordinación social que asiste al Estado". La caridad no es suficiente, por lo que se necesita "una organización supletoria de la iniciativa individual" que emane del poder político. El socialismo de cátedra estará también entre las raíces del pensamiento de Gumersindo de Azcárate. "Así, y no de otro modo, es como entró en España el movimiento de reforma social", escribe Velarde.

Cánovas.El aislamiento económico se da la mano, en ese período, con una posición política exterior forzada por la irrelevancia de nuestro país. "La política exterior española ha de ser la neutralidad, y el soporte de esa neutralidad ha de ser el proteccionismo", aclara el autor.

Resguardadas de la competencia foránea, las empresas españolas se encuentran en el caldo de cultivo perfecto del corporativismo, que será la principal contribución de Antonio Maura a este "modelo castizo", maridado con un franco y "revolucionario" intervencionismo. De forma tímida, se introduce en España la planificación de los sectores productivos.

El proteccionismo estrangula el desarrollo nacional, pero permite el de ciertas industrias. La encarnación política de los privilegiados por las barreras al comercio es Cambó, arquitecto de "la muralla arancelaria española". A ello se añade un germen de Estado del Bienestar que aparece con el siglo. La dictadura de Primo de Rivera recoge ese modelo y profundiza en él: ¿a pesar de que represente el regeneracionismo? No: precisamente por eso.

La II República, tal como nos la cuenta Velarde, incide en los males anteriores y añade otros. Valga como ejemplo de ello, y del valor que tiene este libro, la siguiente cita:
Pascual Carrión nos ha relatado a José Luis García Delgado y a mí cómo Marcelino Domingo, el ministro de agricultura que puso en marcha la reforma agraria, abandonó, en pleno debate parlamentario, el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo para preguntarle: "Don Pascual, ¿qué son los bienes comunales?".
Aquella fracasada Reforma agraria que lleva a la práctica lo que Velarde llama el "mito del reparto" de la II República. Luego, ya en época de Franco, fue el mercado lo que arrancó a millones de españoles de una vida miserable en el campo y disolvió el problema social sin que hiciese falta reforma ni reparto alguno.

Pasada la Guerra Civil, a la que Velarde dedica uno de los capítulos más largos y notables, Franco y su régimen hacen suyo el modelo castizo. Aquí, a todas las corrientes anteriores se añade el pensamiento militar, también proteccionista, que tiene la mira puesta en el control de los llamados sectores estratégicos. Los escasos éxitos económicos del primer franquismo provienen, primero, de hacer que la revolución fascista quedase siempre pendiente, "sacar al falangismo de ese planteamiento utópico" suyo y llevarlo "hacia una postura mucho más acorde con lo que en aquellos momentos existía en la izquierda europea"; y, en consecuencia, de mantener básicamente la "iniciativa privada", con "la misma o muy parecida libertad de acción que la que poseían otros países europeos".

Pero fue en época del dictador cuando se produce la ruptura del modelo de Cánovas y se apuesta por abrir la economía nacional y oxigenar el tejido productivo. Velarde sitúa los pilares del cambio iniciado con el Plan de Estabilización de 1959 en la política y las ideas. Si la neutralidad se reforzó en el proteccionismo, la nueva relación con Estados Unidos desde 1953 favoreció la reintegración de España en la economía. Y si las ideas socialistas y nacionalistas forjaron el discurso castizo, la reciente Facultad de Economía de la Complutense llevó a su superación, siempre provisional. A partir de ahí se producirán dos oleadas de socialización y planificación, primero, y reforma, después: Planes de Desarrollo y Pacto de la Moncloa; Gobiernos socialistas y el "modelo Aznar-Rato-Montoro", con que se cierra el libro.

Juan Velarde enmarca la evolución económica de los últimos cien años en sus claves políticas e ideológicas. La obra se beneficia de que su autor haya pasado por varias etapas de pensamiento, por lo que cada capítulo está escrito como si hubiese sido repensado en más de una ocasión. Quizá sea a costa de cierta sistematización en la explicación de cómo los efectos se derivan de las causas, pero da lo mismo, porque el valor de estas páginas, que es indudable, reside precisamente en ese dominio del contexto histórico y en el trazo seguro de las condiciones en que se desenvuelve la actividad económica.

Velarde conoce las fuentes originales y deja de lado monografías conocidas y útiles. Va desvelando sus apoyos a medida que avanza en el relato, pero no siempre los cita, como los largos entrecomillados de Juan Iranzo y Jaime Requeijo. En ocasiones exige demasiado al lector, que no tiene por qué recordar cuáles son "los sucesos del 10 de agosto de 1932" o conocer el contenido de los artículos 44 y 47 de la Constitución del 31. Una edición más cuidada hubiese evitado estas nimias inconveniencias, y habría sumado una bibliografía y un índice temático y onomástico al final.


JUAN VELARDE FUENTES: CIEN AÑOS DE ECONOMÍA ESPAÑOLA. Encuentro (Madrid), 2009, 360 páginas.

Pinche aquí para ver la entrevista que CARMEN CARBONELL y VÍCTOR GAGO hicieron al profesor VELARDE en LD LIBROS.
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