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ORIENTE MEDIO

Israel ante un Irán nuclear

Desde que la Agencia Internacional para la Energía Atómica confirmó las sospechas de que Teherán estaba desarrollando un programa nuclear clandestino con fines militares, han sido muchos los informes, artículos y libros que han analizado las consecuencias de todo tipo que tendría la emergencia de un Irán con armamento de ese tipo.

Desde que la Agencia Internacional para la Energía Atómica confirmó las sospechas de que Teherán estaba desarrollando un programa nuclear clandestino con fines militares, han sido muchos los informes, artículos y libros que han analizado las consecuencias de todo tipo que tendría la emergencia de un Irán con armamento de ese tipo.
Recientemente, en vista del fracaso de la vía diplomática para detener el programa de los ayatolás, han ido apareciendo informes que tratan de desvelar qué impacto tendría la nuclearización de Irán en Oriente Medio y Europa, así com las opciones estratégicas de que dispondríamos para contener semejante amenaza. Uno de ellos es el libro editado por Ephraim Kam Israel and a Nuclear Iran: Implications for Arms Control, Deterrence and Defense. La razón de reseñarlo aquí no es que sea el mejor, el más revelador o el más original, aunque resulte atractivo desde todos estos enfoques, sino que da cuenta de una visión israelí, y, evidentemente, Israel es uno de los actores relevantes en esta crisis.
 
Ephraim Asculai, un clásico de los análisis sobre tecnología nuclear, es el autor del primero de los textos que alberga este volumen. Asculai se centra en el estado del programa iraní, las opciones de que disponen sus máximos responsables y los plazos en que se prevé se cerrarán las fases pendientes. Se trata de un texto esclarecedor que confirma los plazos que barajan los servicios de inteligencia más creíbles: en el entorno de 2010 Irán puede estar en condiciones de cargar un misil con una cabeza nuclear.
 
Emiliy Landau, directora del Programa de Control de Armamentos y Seguridad Regional del Institute for National Security Studies, firma el segundo de los trabajos. En él estudia cómo se han comportado en todo este asunto la Agencia Internacional para la Energía Atómica y el Consejo de Seguridad. Aunque Landau tuvo que finalizar su texto hace ya bastante tiempo, para que el volumen pudiera ver la luz en el mes de julio, lo ocurrido en estos últimos meses viene a corroborar su análisis. En su opinión, los mecanismos arbitrados en el Tratado y la práctica desarrollada desde entonces han puesto en evidencia que el régimen de no proliferación carece de las capacidades necesarias para detener a una nación como Irán. Peor aún ha sido el espectáculo dado por la diplomacia europea, que ha tratado de frenar a un régimen radical renunciando previamente al uso de la fuerza y atándose al marco estrictamente diplomático. Como no podía ser de otro modo, Ahmadineyad se ha limitado a utilizar a los negociadores europeos para ganar tiempo, y dejado una vez más en ridículo a nuestra diplomacia.
 
Mahmud Ahmadineyad.Irán ha mostrado al mundo la debilidad del régimen de no proliferación, y al cruzar el umbral del uso militar de la energía nuclear dará paso a una nueva ola de proliferación entre sus Estados vecinos, lo que agravará aún más la situación.
 
Yair Evron, profesor jubilado de Ciencia Política y autor de un libro clásico sobre la estrategia nuclear israelí, realiza un análisis de los dilemas nucleares iraníes y de los márgenes de maniobra de su estrategia, que tiene como objetivos disuadir a Estados Unidos y a Israel y asumir el liderazgo del Islam.
 
Sólo disponiendo del arma nuclear puede Irán continuar apoyando a organizaciones como Hezbolá y Hamás, fomentar el terrorismo y rivalizar con Arabia Saudí sin correr demasiados riesgos. Sin embargo, el hacerse con ella le supone entrar en un proceso que va mucho más allá del deseo de escudarse para seguir interviniendo en otros países. Las crisis pueden derivar en un conflicto nuclear, sobre todo cuando la clase política no actúa con la profesionalidad debida. En ese contexto, un Irán nuclear estaría muy expuesto a un segundo golpe, tanto israelí como norteamericano, de consecuencias catastróficas.
 
El arma nuclear es una garantía... y un riesgo. Los ayatolás no pueden esperar que saudíes, turcos o egipcios se queden de brazos cruzados ante un desequilibrio tan manifiesto del poder militar. Si, al garantizar la seguridad de sus intervenciones, Teherán provoca que algunos o todos los países citados accedan también al club nuclear, la inversión habrá resultado desastrosa. Las garantías se diluirán y el riesgo de un conflicto nuclear en Oriente Medio no hará sino crecer.
 
Quizás el capítulo más interesante sea el escrito por Uzi Rubin, el ingeniero responsable del escudo antimisiles israelí y una figura carismática de la industria de defensa de aquel país, sobre la defensa antimisiles y la disuasión nuclear. Parte de una síntesis de lo que ha sido la doctrina israelí sobre escudos antimisiles y de la percepción que tienen en Jerusalén sobre la doctrina iraní, y concluye analizando escenarios y con recomendaciones básicas para la clase política.
 
En opinión de Rubin, Irán ha demostrado una lógica en su carrera nuclear que contrasta con los discursos apocalípticos de Ahmadineyad, lo que le lleva a un relativo optimismo sobre la posibilidad de establecer un principio de diálogo estratégico. La eficacia del escudo israelí desequilibra el balance. Israel tiene una mayor capacidad ofensiva pero, sobre todo, puede parar un ataque sobre su suelo y responder de forma letal. Si Irán ataca, tiene garantizada la autodestrucción. El escudo no es perfecto, es posible que un misil lo sortee, situación que se haría más probable en caso de un ataque con un alto número de proyectiles. A juicio de Rubin, el elemento más importante de una futura disuasión tiene que ser el claro convencimiento iraní de que un solo ataque supondrá su desaparición, que no hay opción para la victoria, ni siquiera para la supervivencia. Sólo la clara asunción de esta idea puede garantizar la estabilidad.
 
Tan interesante es lo que se dice como lo que está implícito. Israel parece tener claro que Estados Unidos ha renunciado al uso de la fuerza. La crisis económica y la necesidad de estabilizar tanto Irak como Afganistán priman sobre la seguridad de Israel. Los israelíes lo tienen tan claro como que sus intereses recomiendan no enfrentarse con Washington, su único aliado fiable. Salvo cambios políticos en Irán que lleven a una renuncia unilateral del arma nuclear, el régimen islamista dispondrá muy pronto de ella. Un hecho así supone un cambio radical en la región, de consecuencias tan inciertas como graves.
 
Israel tiene que aprender a vivir en estas nuevas circunstancias, y los sistemas de defensa antimisiles serán esenciales. Hasta ahora, la clave de la seguridad de Israel era su capacidad de golpear con armas nucleares. A partir de ahora lo será el evitar un primer golpe enemigo para contraatacar con todas las garantías de destrucción. Y es que no hay armas defensivas y ofensivas. La principal virtud de un escudo es que potencia la acción de la espada, sobre todo si el enemigo no tiene con qué defenderse.
 
 
EPHRAIM KAM (ed.): ISRAEL AND A NUCLEAR IRAN: IMPLICATIONS FOR ARMS CONTROL, DETERRENCE AND DEFENSE. The Institute for National Security Studies (Tel Aviv), 2008, 96 páginas.
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