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'DIOS EN LA SOCIEDAD POSTSECULAR'

Jalones de cultura

Un jovencísimo Ortega, en uno de sus primeros artículos, antes de quedar absorto por el mundo neokantiano, hacía ver que cada uno tiene una visión parcial del mundo que, a la fuerza, por ser limitada es fragmentaria, y que la cultura, para que se dé, necesita que haya intercambio en esas visiones individuales.

Un jovencísimo Ortega, en uno de sus primeros artículos, antes de quedar absorto por el mundo neokantiano, hacía ver que cada uno tiene una visión parcial del mundo que, a la fuerza, por ser limitada es fragmentaria, y que la cultura, para que se dé, necesita que haya intercambio en esas visiones individuales.

A España, en comparación sobre todo con la Alemania que descubría, Ortega la encontraba falta de cultura. Aunque había habido hombres de ciencia, por ejemplo, no había habido propiamente ciencia española; esto mismo se veía, a su parecer, en otras muchas cuestiones. De ahí que sus deseos de una vigorosa cultura española fueran de la mano de un anhelo, que muchas veces se hacia incitación o invitación, a que hubiera intercambio de pareceres, a que hubiera enriquecimiento mutuo por parte de unos y otros.

Aunque en los últimos cien años ha habido un indudable avance cultural, ciertamente con sus altibajos –quizás ahora no estemos en la etapa más boyante–, sin embargo es fácil ver lo escasos que son los intercambios entre distintas corrientes de opinión. Cuántos cursos, congresos, jornadas, etc., se organizan para los de la misma cuerda. Es doloroso ver autores que buscan dialogar con sus críticos y cómo estos no se prestan a un debate riguroso. Creo que uno de los casos más notables sea el de la teología; es sumamente llamativo el contraste que se da entre los deseos de diálogo intelectual de los teólogos y el ostracismo al que, en nuestro orbe cultural celtibérico, se ve sumido este saber tan occidental y tan radical, pues en el nacimiento de las universidades estuvo presente.

En un reciente libro, editado por G. Richi Alberti, se han recogido los trabajos de un curso de verano que tuvo lugar en el Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila en julio del pasado verano y que fue organizado conjuntamente por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad CEU San Pablo, la Universidad Católica de Ávila y la Facultad de Teología de la que es hoy la Universidad San Dámaso. En aquellos días, se trató de analizar el panorama cultural occidental respecto a la cuestión de Dios, de ahí que el libro, lo mismo que aquel curso, se titule Dios en la sociedad postsecular.

Los colaboradores que vierten en el volumen sus trabajos son de muy distintas facultades y universidades, lo que da al conjunto una riqueza de perspectivas. Después de la interesante conferencia inaugural del curso, "Dios: la pregunta inmortal", de S. Belardinelli, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Bolonia, el editor agrupa en dos partes el resto de las aportaciones. La primera de ellas, "La pregunta por Dios en la sociedad contemporánea", agrupa las exposiciones que hicieron J. Antúnez, A. Polaino-Lorente, J. F. Serrano, J. Orellana, G. Richi y una segunda del citado profesor italiano; en ella, el interés está puesto en la comprensión de la sociedad tal y como es, las raíces históricas del secularismo y si éste ha venido sucedido por un estadio de postsecularismo, la comprensión filosófica del mismo, los retos que se dan actualmente para la libertad, la verdad y la razón, etc., y cómo, en medio de todo ello y de distintas maneras, está presente la necesidad de sentido último y la pregunta por Dios.

La segunda parte, "El anuncio de Dios en nuestro tiempo", presenta las aportaciones de R. Sánchez, S. Gallardo, A. Giménez, J. Rico, J. M. Prades, J. Bullón y A. M. Rouco. En este caso, la perspectiva es distinta, se trata de analizar no cómo nuestra cultura pueda –y en qué medida– estar abierta a lo divino, sino cómo el catolicismo en concreto está haciendo presente a Dios en medio de este mundo postsecularizado y, por ello, con una incipiente y nueva permeabilidad a lo religioso.

Sin que falten potentes fuerzas culturales que acentúan una dialéctica del enfrentamiento entre la sociedad y la religión, más concretamente con el catolicismo, la lectura del libro hace ver cómo el pensamiento cristiano en España está abierto a la riqueza que todo el período posterior a la Ilustración ha traído y, al mismo tiempo, a enriquecer a la sociedad, sin perjuicio de señalar lo pernicioso a su parecer que pueda haber en ella y en alguna de sus corrientes culturales, lo cual es una manera de aportación positiva.

Este contraste, una vez más, pone de manifiesto cómo hay dos formas de entender la libertad de opinión. Una que considera imprescindible el que no solamente cada quién pueda expresar lo que opine, sino que además el espacio público sea un ámbito de diálogo y enriquecimiento. Otra que la entiende como la tolerancia a que unos opinen libremente dentro de su reducto, al margen del ágora pública, reservada para la opinión oficialmente pertinente y correcta.

VVAA: DIOS EN LA SOCIEDAD POSTSECULAR. Facultad de Teología San Dámaso (Madrid), 2011.

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