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LA HIJA DE AGAMENÓN Y EL SUCESOR

Kadaré y la crueldad comunista

El telón de fondo histórico y cultural de La hija de Agamenón y El sucesor es tan complejo como la escritura limpia y sencilla de Kadaré. La mucha facilidad y diversión, la mucha alegría y goce que experimentamos con la lectura de estas obras sólo es comparable, creo, a la profundidad del mensaje que transmiten: la tragedia producida por la crueldad comunista está lejos de ser superada.

El telón de fondo histórico y cultural de La hija de Agamenón y El sucesor es tan complejo como la escritura limpia y sencilla de Kadaré. La mucha facilidad y diversión, la mucha alegría y goce que experimentamos con la lectura de estas obras sólo es comparable, creo, a la profundidad del mensaje que transmiten: la tragedia producida por la crueldad comunista está lejos de ser superada.
Ismaíl Kadaré.
Las novelas de Kadaré son algo más que descripciones certeras del totalitarismo comunista que padeció Albania durante buena parte del siglo XX. Detrás de las descripciones de la vida cotidiana de los albaneses durante ese tiempo, y más allá de las diferentes formas de expresarse la dictadura comunista a través de la pluma de Kadaré, hallamos en estas páginas un pensamiento, una reflexión, un discurso muy elaborado y sutil sobre la tragedia más perversa del Novecientos: el comunismo.
 
El albanés Ismaíl Kadaré es uno de los más premiados y preciados escritores del mundo. Se lo merece. La hija de Agamenón y El sucesor, tan breves como cultas, son representativas de toda su narrativa. No son dos obras separadas, aunque puedan leerse una al margen de la otra. Están vinculadas conceptualmente, fuertemente entrelazadas por una voluntad de actualización de la tragedia clásica, especialmente de la figura mítica de Ifigenia, hija de Agamenón, que en la tradición griega es sacrificada por su padre en el Áulide para aplacar la ira de la diosa Artemis, que detuvo los vientos para que los aqueos no pudieran partir con sus naves hacia Troya.
 
Igual de crueles que Agamenón en la antigüedad, los jerarcas comunistas siempre estuvieron dispuestos a sacrificar a sus hijos para su propio beneficio, que ellos hacían coincidir cínicamente con los intereses de Albania. Por fortuna, en estas dos novelas la hija de Agamenón se salva milagrosamente de ser sacrificada. La vida de los personajes, como en la gran literatura de todos los tiempos –como en el Quijote, por ejemplo–, triunfa sobre la muerte. En efecto, de modo similar al mito clásico, en el último instante a Artemis, como al dios de Abraham, le basta con la intención obediente de Agamenón y acepta que se sustituya en el sacrificio a Ifigenia por una cabritilla. Contra esa intención, contra esa malísima intención, arremete genialmente la literatura de Kadaré.
 
La hija de AgamenónEl sucesor son sólo dos formas de expresarse la tragedia contemporánea. ¿Sería plausible, hoy, escribir tragedias prescindiendo del género de la novela? Imposible. La prueba "filosófica" de esa imposibilidad son estas dos obras.
 
Francisco de Goya: SATURNO DEVORANDO A SUS HIJOS (detalle).La terrible lección que extrae Kadaré del mito de Ifigenia, aplicado al cruel régimen comunista albanés, es rotunda: lo decisivo no es tanto la muerte real de Ifigenia como que ésta pudiera llegar a ser una referencia "moral" para la conquista o el mantenimiento del poder. Por lo tanto, debería seguir siendo un escándalo moral para todo ser civilizado el construir un régimen político sobre el "sacrificio" de un ser humano. El sacrificio sólo puede tener valor literario, individual y moral, pero nunca político.
 
En efecto, igual que la tragedia griega tuvo en su tiempo un poder catártico: llevar a cabo en el teatro lo que era horroroso e inconcebible moralmente en la realidad, las novelas de Kadaré quieren cumplir, y en verdad lo consiguen, esa misma función para las sociedades más desarrolladas desde el punto de vista de la vida moral y política de los individuos, no de las colectividades. Kadaré ha logrado que sea una inmoralidad, un sinsentido, la simple consideración "política" de la muerte cruel de Ifigenia, que nada tiene que ver con las tragedias dedicadas a la versión de Ifigenia la Cruel en el Táuride.
 
La primera novela, escrita entre 1984 y 1986, es un fresco impresionante del sacrificio del pueblo albanés a manos del régimen comunista. Entre 2000 y 2003, casi veinte años después de la caída del comunismo, elaboró la segunda, para ofrecer una explicación poderosa y una narración poética de ese mismo sacrificio. La superstición, la propaganda y la mentira como sustitutos de la razón vuelven a ser, como en obras anteriores, componentes esenciales de la argumentación de Kadaré. Y, por supuesto, vuelven a aparecer, pero con otros matices psicológicos, el gran hermano, el guía omnipotente, el Partido, en fin, todas esas "categorías" de la crítica comunista, que terminan ahogando los destinos y las relaciones normales entre los personajes de la obra.
 
El entrelazamiento de la historia convencional con la alegoría, lo real con lo onírico, actúa como telón de fondo de la reelaboración de los mitos y tragedias griegos, que aparecen entreverados con tradiciones legendarias balcánicas. Intriga, lirismo y humor negro son estímulos inmediatos para que persistamos en la lectura de La hija de Agamenón y El sucesor.
 
Estamos, en fin, ante dos críticas prodigiosas de la dictadura que mató, torturó, envenenó, maltrató la conciencia y, sobre todo, deshumanizó al pueblo albanés. El régimen instalado en Tirana siguió a Stalin al pie de la letra: había que mandar a la muerte a los propios hijos para poder atribuirse el derecho de exigir la muerte de cualquiera. ¿No es ésta otra forma de pervertir el mito de Ifigenia?
 
Crueldad e ideología, deshumanización e ideología, perversidad e ideología caminan siempre juntas en el totalitarismo comunista. Kadaré lo cuenta con arte en estas dos novelas, centrándose en el régimen albanés, que quiso, como el dios griego Circe, convertir en bestias a los humanos: "Defenderemos los principios del marxismo-leninismo incluso si nos vemos obligados a comer hierba".
 
 
ISMAÍL KADARÉ: LA HIJA DE AGAMENÓN. EL SUCESOR. Alianza Editorial (Madrid), 2007, 288 páginas.
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