Menú
HISTORIA

La Guerra de la Independencia, según Cuenca Toribio

La Guerra de la Independencia: un conflicto decisivo (1808-1814) es una magnífica visión general de la guerra contra el invasor francés. Aunque muestra los hechos decisivos de la contienda, este libro es más un análisis crítico que una crónica de hechos, más un contraste permanente de interpretaciones sobre lo acaecido que la defensa de un tesis dura sobre la razón última de los acontecimientos expuestos. Esta obra es, en fin, más un libro de libros que una historia de archivos y fuentes.

La Guerra de la Independencia: un conflicto decisivo (1808-1814) es una magnífica visión general de la guerra contra el invasor francés. Aunque muestra los hechos decisivos de la contienda, este libro es más un análisis crítico que una crónica de hechos, más un contraste permanente de interpretaciones sobre lo acaecido que la defensa de un tesis dura sobre la razón última de los acontecimientos expuestos. Esta obra es, en fin, más un libro de libros que una historia de archivos y fuentes.
El diálogo entre los libros antiguos y las nuevas investigaciones es, seguramente, uno de los ejes vertebradores de esta obra de José Manuel Cuenca Toribio. Por ejemplo, resulta relevante el contraste al que somete determinadas interpretaciones de don Benito Pérez Galdós –en los Episodios nacionales– sobre acontecimientos, personajes e ideas de la época con estudios recientes sobre los mismos fenómenos. Otro tanto podría decirse de obras clásicas sobre el tema, como las del Conde de Toreno (Guerra y revolución), Pavón y Suárez de Urbina (Las ideas y el sistema napoleónicos), Luis Díez del Corral (El liberalismo doctrinario), etcétera. Por otro lado, La Guerra de la Independencia... hubiera sido imposible, según reconoce generosamente el autor, sin los aportes de Juan Priego López, en los años 40, y, sobre todo, en la segunda mitad del siglo pasado, de los estudios de la escuela creada por Federico Suárez Verdeguer y Miguel Artola Gallego.
 
Ese afán permanente de diálogo e interpretación, de debate y acuerdo, sobre un período clave para entender la España contemporánea convierte este texto en un estímulo tanto para nuevos y jóvenes historiadores como para filósofos y ensayistas que quieran enjuiciar hechos históricos relevantes, y sobradamente conocidos, para aprender de sus errores. Cuenca Toribio ha elaborado una buena síntesis para hacerse cargo de que la tarea política y, por supuesto, el trabajo de la filosofía política que no estén circunstanciados históricamente corren el riesgo de arruinar la vida y construir castillos en el aire.
 
No es, pues, este libro, en primer lugar, una obra erudita o meramente académica, sino que tiene la voluntad de estimular un debate histórico sobre la Guerra de la Independencia que tenga repercusiones políticas. Por ejemplo, ¿fueron los motines de El Escorial y Aranjuez y, en general, las movilizaciones sociales que condujeron a la primera y última –a fortiori– abdicación en la historia moderna de las monarquías europeas, fenómenos genuinamente revolucionarios? Cuenca espera que, al "calor de la celebración bicentenaria de la partida de bautismo de la España contemporánea", o sea, de la llamada Guerra de la Independencia, aparezcan nuevos trabajos que puedan despejar tal interrogante.
 
Serán esos trabajos los que traigan nueva luz sobre la controversia fundamental de nuestra historiografía moderna, a saber, si existió o no en España una auténtica revolución burguesa. Esta cuestión, desde su apogeo, en los años 60 del siglo pasado, reverdecerá, según Cuenca, en torno a otra cuestión de singular incidencia, en Aranjuez y en los alzamientos de finales de mayo. ¿Son las clases categorías analíticas o protagonistas políticos? Ninguna conspiración ni movimiento de masas surge por generación espontánea, son urdidos por agentes de carne y hueso. De la respuesta que se dé al dilema cambiará, concluye el historiador cordobés, en muchos grados el enfoque de los sucesos indicados y el de todo el itinerario español contemporáneo.
 
Aunque este libro podría situarse entre el ensayo histórico y la historiografía más rigurosa, sin duda alguna es obra más de un historiador que de un filósofo de la historia. Ahora bien, está en los antípodas del saber apodíctico del historiador dogmático. Cuenca afirma y rectifica, duda e investiga, y así, a veces nos da un juicio histórico, una valoración del siglo XVIII, o de Godoy, para inmediatamente corregirse… Quizá sea el gran problema del libro, o quizá su principal aportación.
 
En todo caso, por razones que daré en otro momento, no comparto la contundencia de fondo ni la forma de expresión de la crítica a la Constitución nacida en las Cortes de Cádiz vertida en el prólogo, que no recoge, en mi opinión, la grandeza de lo defendido en la obra: "El sistema constitucional, la 'nación de ciudadanos' distaron de ser actos genesíacos que concedieran, adánicamente, a los españoles flamantes e inéditas patentes del verdadero sentimiento patriótico, al margen del 'etnicista' de las épocas precedentes. No hubo tal. El nacimiento de España no se inscribió en los registros notariales de las Cortes de Cádiz, sino en los de los escribanos medievales".
 
Cortes de Cádiz.El contenido del libro es fácil de sintetizar: Cuenca analiza de modo amplio y sugerente los principales tópicos del conflicto entre España y la Francia de Napoleón, desde los preliminares de la caída de Godoy y el Motín de Aranjuez hasta el regreso de Fernando VII y la supresión de la Constitución de Cádiz, pasando por la constitución de las Juntas y las Cortes, el devenir de la guerra, el rol desempeñado por la prensa y los intelectuales, sin olvidar el deslumbrante capítulo sobre la vida cotidiana en una España desgarrada.
 
Cuenca resalta, por encima de cualquier otra consideración, el carácter unánime y vigoroso de la reacción antifrancesa de los españoles, sin detenerse en los matices locales o regionales. Muestra, por un lado, cómo sin los sentimientos católicos y monárquicos de los españoles, a pesar de la existencia de los llamados afrancesados, que estaban vinculados a la elite intelectual y administrativa del Despotismo Ilustrado, la guerra no hubiera sido posible. Por otro lado, estudia los vicios de origen de la nueva Monarquía napoleónica, que, junto a las atrocidades cometidas por el ejército francés, hicieron imposible cualquier legitimación de la España josefina.
 
Fiel a la tradición abierta por la historia del Conde de Toreno, Cuenca considera, frente a otros enfoques, que la secuencia correcta de los hechos que deben analizarse es ésta: levantamiento, guerra y revolución. Por supuesto, la revolución hubiera sido imposible sin los desarrollos liberales de Cádiz y el pensamiento ilustrado del siglo XVIII. Sin embargo, el fracaso de la Asamblea gaditana, según Cuenca, sólo puede achacarse a la falta de voluntad integradora de los sectores liberales dominantes, que propiciaron la reacción y la marcha atrás, con el regreso de Fernando VII. Son, pues, las propias Cortes de Cádiz las culpables de la vuelta de Fernando.
 
Lean, pues, esta magnífica obra, que ha sido premiada por la Fundación Ortega y Gasset, como suculento prólogo a todas las que tienen que salir en el bicentenario del Dos de Mayo.  
 
 
JOSÉ MANUEL CUENCA TORIBIO: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: UN CONFLICTO DECISIVO (1808-1814). Encuentro (Madrid), 2006, 416 páginas.
 
Pinche aquí para ver el CONTEMPORÁNEOS dedicado a AGAPITO MAESTRE.
0
comentarios