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CARTAS DESDE LA FE

La Iglesia quiere influir en la política

Como el hombre es libre, cada situación nueva se le presenta no como una incitación que producirá en él una reacción, sino como una pregunta a la que tiene que dar respuesta. Ésta no nos está dada previamente por los instintos, en pequeña medida lo está por los usos y tradiciones; pero, incluso en este supuesto, tenemos que aceptar o no la pauta que nos proponga la sociedad.

Como el hombre es libre, cada situación nueva se le presenta no como una incitación que producirá en él una reacción, sino como una pregunta a la que tiene que dar respuesta. Ésta no nos está dada previamente por los instintos, en pequeña medida lo está por los usos y tradiciones; pero, incluso en este supuesto, tenemos que aceptar o no la pauta que nos proponga la sociedad.
Como decía Frankl, hemos de buscar el sentido de cada situación. Desde ahí podemos actuar de forma significativa y es, desde el sentido de cada una en concreto, como vamos inscribiendo nuestra vida en el sentido último de toda ella.
 
Pero por muy individual y concreta que sea una situación, siempre se da en una circunstancia social más amplia que es común con aquellos con quienes se forma parte de una asociación, pueblo, ciudad, nación, etc. La lectura del momento que cada uno vive, para que sea auténtica, tiene que serlo también del momento histórico y social. Y la decisión que tomemos incidirá no solamente sobre nuestra situación concreta, sino también sobre la situación del conjunto. Por pequeño que sea el cambio que introduzca un individuo, transforma el todo. Un montón de bolas negras deja de serlo cuando una de ellas pasa a ser blanca.
 
Fernando Sebastián, quien hasta hace poco estaba al frente de la archidiócesis de Pamplona y con quien ahora se puede charlar en uno de los blogs de Religión en Libertad, nos entrega una selección de escritos suyos, en el libro Cartas desde la fe, que alumbran, con su claridad intelectual, aspectos centrales de nuestra vida pública. Cuando leo algo suyo, siempre me viene lo mismo a la cabeza: ¡qué lástima que su voz no resuene más! Y no es, desde luego, porque él no quiera. Una de las cosas más dolorosas de nuestra vida nacional es lo desperdiciadas que están las palabras valiosas y, en cambio, la inflación de palabrería, de sofistas sin fuste alguno que colonizan pantallas y emisiones de radio, pero también púlpitos culturales y tribunas parlamentarias. Necesitados como estamos de profundizar y reflexionar cuestiones claves, sin embargo, desperdiciamos y arrinconamos a muchas personas más que notables. En algunos casos, el único mal que han cometido es ser católicos.
 
El libro, muy asequible en su lectura, presenta, desde mi punto de vista, un doble interés. Por una parte, da una serie de claves para hacer una lectura de la realidad. Ciertamente, Sebastián nos dice cómo se ha situado para buscar aquello que lleve a la comprensión del momento español presente, pero esos mismos elementos le pueden servir a cualquiera para mirar en profundidad cualquier situación en que se encuentre. Por otro lado, no solamente el camino por el que llega tiene interés, sino que también merece la pena el diagnóstico mismo al que arriba en lo que se refiere al hombre, el amor, la muerte, el laicismo, la enseñanza, la democracia, España… y Dios. Y no únicamente al creyente, también para el que no sea católico es enriquecedor; una persona inteligente, aunque discrepemos de ella, siempre hace que nuestro capital rinda dividendos.
 
Fernando Sebastián hace una lectura de la realidad, pero se trata de una lectura creyente. La fe le proporciona una atalaya que, al estar situada a mayor altura, amplía el horizonte. No es que el creyente tenga más vista, es que desde la fe se ve más y se ve mejor lo que se veía antes. Dice el episcopal bloguero:
Las cosas, los acontecimientos, las personas, son lo que son, y no hay nadie que las mueva de su verdadero ser natural. Pero en esto que es lo que son, entra su relación con Dios, relación de origen, relación de dependencia, relación de esperanza y consumación. Y esta vertiente del ser de las cosas y de las personas, que es su relación con Dios, sólo el creyente la percibe y la reconoce.
Fernando Sebastián.Desde esa fe es desde donde considera que el cristiano debe interpretar los acontecimientos de su vida y obrar en consecuencia. Ésta es precisamente la aportación concreta, como comprensión y actuación, del cristiano hacia la sociedad. Y es en cada una de las lecturas y decisiones que personalmente hace cada creyente, junto con las que se hagan comunitaria y jerárquicamente, como influye e interviene la Iglesia en la vida social y política. Así también es como se actualiza la Iglesia. Actualizarse, para Fernando Sebastián, no es dejarse llevar por las corrientes socialmente dominantes o ser dócil a lo que los poderosos o los medios de opinión hegemónicos dicten. La actualización eclesial es hacer presente, en la actualidad y como respuesta a ella, el Evangelio en el que cree.
 
Esta manera de situarse en el entorno le lleva al arzobispo emérito de Pamplona y Tudela a unos análisis y diagnósticos muy iluminadores de algunos de los problemas, si no todos, más decisivos de la vida española. Todos ellos son de un gran peso y todos ellos se dan en una situación determinada de la nación, que él califica de enfermedad. Y no precisamente leve:
Si tenemos en cuenta que la religión es la raíz y la piedra angular de todas las culturas, el cambio de la religión cristiana por la negación de Dios, la supresión del valor vinculante de la conciencia moral, está cuarteando nuestro sistema cultural y dejando nuestra sociedad sin atmósfera cultural ni convicciones estructurantes. Éste es un proceso que se lleva adelante de manera implacable, a pesar de que el resultado sea la disgregación de nuestra cultura y de nuestra sociedad, el desarraigo y la demolición de las certezas teóricas y morales de los españoles, la disolución de la identidad colectiva del pueblo español.
Pero no basta con ver los problemas, por muy bien analizados que estén. Las páginas del libro están jalonadas de propuestas para la acción; algunas de ellas de alta exigencia y con una gran amplitud de miras, lo que no quiere decir que estén ayunas de realismo. Con el trasfondo de la historia de la Iglesia en España, lleno de optimismo, se atreve a decir:
Como ha ocurrido otras veces, es posible que esta dura crisis de la confrontación entre cristianismo y laicismo que estamos viviendo, encuentre en la Iglesia española una respuesta de valor universal.
Y, por último, he de decir que este obispo jubilado, aunque no ocioso, nos proporciona también, a lo largo de todo el libro, un test de talante democrático. Entre otras cosas, porque, según lo vamos leyendo, vemos a un ciudadano demócrata en ejercicio intelectual. Aunque no solamente, lo que va diciendo también va sirviendo de espejo en el que contemplarse. Léase, por ejemplo, con atención este párrafo:
Dicen que si la Iglesia quiere influir en la política. Evidente. Al menos como cualquier otra institución. Pero la influencia de la Iglesia en la vida política no es de naturaleza política, sino eclesial, es decir, de naturaleza religiosa y moral. La Iglesia influye en la vida social y política, según su propia naturaleza, con sus actividades propias y, por supuesto, respetando las normas civiles comunes, legítimas y justas.
¿Se le encogía a usted el corazón al empezar a leerlo? ¿Sentía indignación y que le subía la fiebre con lo de la influencia? ¿Creía que avanzaban las huestes ultramontanas dispuestas a terminar con la separación de Estado e Iglesia? Sí es así, entonces usted, aunque haya sacado sobresaliente en Educación para la Ciudadanía, necesita un curso intensivo de introducción a la vida pública democrática y un pasaje de ida desde el s. XIX al XXI. ¡Lo que nos está costando en España cambiar de sitio el "I"!
 
 
FERNANDO SEBASTIÁN: CARTAS DESDE LA FE. Encuentro (Madrid), 2008, 168 páginas.
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