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NOVELA POLICÍACA

La obra truncada de Batya Gur

A finales de mayo moría en Jerusalén la escritora Batya Gur, víctima al parecer de un cáncer. Tenía tan sólo 57 años. Con su muerte se ha truncado una carrera que no podía ser más brillante. Gur, en dos décadas de asiduo trabajo, se había convertido en una autora de éxito traducida a multitud de idiomas; sus libros figuraban siempre en la lista de las mejores novelas policíacas de la New York Times Review.

A finales de mayo moría en Jerusalén la escritora Batya Gur, víctima al parecer de un cáncer. Tenía tan sólo 57 años. Con su muerte se ha truncado una carrera que no podía ser más brillante. Gur, en dos décadas de asiduo trabajo, se había convertido en una autora de éxito traducida a multitud de idiomas; sus libros figuraban siempre en la lista de las mejores novelas policíacas de la New York Times Review.
Batya Gur.
Tenía, era de esperar, mucho tiempo por delante. También había recibido numerosos premios literarios en diferentes países y publicado un libro para jóvenes, titulado Espiando a un amigo, así como una novela "seria" que no está traducida al español.
 
Había nacido en Tel Aviv en 1947, y era descendiente de supervivientes del Holocausto. Vivía en Jerusalén, en cuya universidad se doctoró en Literatura Hebrea. Allí, durante más de veinte años, ejerció la docencia en esa especialidad. Antes de encontrar su verdadero camino había publicado dos ensayos, uno sobre los nuevos asentamientos judíos en el sur de Israel y otro sobre Jerusalén.
 
Batya Gur no echó en saco roto el conocimiento que tenía de la sociedad israelí, de forma que cuando, casi a los cuarenta años, empezó a escribir ya tenía ese nada desdeñable bagaje intelectual a su favor. Por ello, la trama de sus novelas trasciende la mera anécdota criminal o el puro juego deductivo, a la fuerza repetitivo, y se ve enriquecida por su competente erudición. La inteligencia y la habilidad con que plantea los conflictos a los que se tiene que enfrentar su criatura de ficción, el superintendente Michael Ohayon, un detective moderno con estudios universitarios –concretamente de Historia–, obedecen a lo dicho anteriormente; virtudes a las que hay que añadir un notable talento literario, sin el cual de poco le hubieran servido esos saberes.
 
Hace dos años asistió en España a la Semana Negra de Gijón, pero tuvo tiempo de pasar por Madrid. Estuvo en el Círculo de Bellas Artes para hablar de su última novela, que estaba a punto de publicarse: Asesinato en el corazón de Jerusalén. La presentaba su editorial en España, Siruela, y también estaban con ella César Vidal y Raquel García Lozano, su nueva traductora, esta vez del hebreo, pues sus cuatro novelas anteriores fueron traducidas del inglés por María Corniero.
 
Era de suponer que a partir de ese momento se traducirían siempre en su idioma original. De hecho, Raquel García Lozano había traducido ya a muchos otros autores israelíes con notable éxito. Traducir de otro idioma  (del inglés ahora y del francés en el XIX y principios del XX) es una práctica editorial muy extendida, y suele hacerse con idiomas considerados minoritarios de los que, se supone, hay pocos traductores literarios.
 
Detalle de una edición en inglés de ASESINATO EN EL KIBBUTZ.En aquella ocasión Batya Gur confesó las razones que le habían llevado a practicar ese mal llamado "subgénero", y explicó que le resultaba muy cómodo, y poco arriesgado, ampararse en su rígida estructura. Lo demás era un campo enorme de libertad y creatividad que ella ocupó con notable maestría.
 
Como Agatha Christie, P.D. James o Dorothy Sayers, Gur se atiene a las normas clásicas de la literatura policíaca más ortodoxa, aquélla que Orwell temía que desapareciera, absorbida por la literatura de criminales o "literatura negra" y sus detectives privados alcoholizados y poseídos por cierta inclinación hacia el delito. En la novela policíaca clásica los acontecimientos se desarrollan en una comunidad cerrada, generalmente muy respetable, que tiene que enfrentarse a la monstruosa realidad de un crimen y, lo que a veces resulta más inquietante, un criminal entre "los suyos".
 
Este esquema se repite en todas sus novelas, aunque cambie el escenario. El lector, desde la impunidad de su sillón, asiste al desarrollo de un drama que se plantea en esos remotos lugares, a un tiempo exóticos y tremendamente familiares. Israel es una avanzadilla de Europa y de América –en suma, de Occidente– en el corazón mismo del Oriente Medio. Los afanes y preocupaciones, así como las circunstancias materiales e intelectuales de los personajes, son las mismas que pudiéramos encontrar entre nosotros, pero la presencia de otro mundo simultáneo, y la singularidad de esa situación tan heterogénea, convierte estas novelas en una ventana sobre una variopinta realidad.
 
En El asesinato del sábado por la mañana, que la autora subtitula ‘Un caso psicoanalítico’, es la comunidad de los psicoanalistas ortodoxos –en su mayoría de origen centroeuropeo– la que se pone en jaque, con el crimen de una reputada doctora que estaba a punto de dar una conferencia sobre los casos de conciencia. Asesinato en el kibbtuz nos ilustra sobre las complejas características y tortuosas implicaciones de esos extraños campamentos de educación a la espartana; en particular, las que afectan a la estructura familiar son escalofriantes, y sus consecuencias terribles. Es, tal vez, su novela más lograda. Un asesinato literario es una novela de "campus". Los hechos ocurren en la Universidad de Jerusalén, que la autora conoce tan bien. Dos profesores de literatura hebrea contemporánea son asesinados al mismo tiempo en circunstancias muy diferentes. Uno es un destacado poeta nacional y el otro su ayudante y mejor discípulo. Una vez más, entran en juego la suspicacia existente entre las numerosas comunidades que configuran la sociedad israelí.
 
En Un asesinato musical, un famoso musicólogo es asesinado, y poco después uno de sus hijos, violinista de prestigio. Los sospechosos son sus dos hermanos, un célebre director de orquesta y una chelista de la que se enamora Ohayon. Por último, hace dos años, se publicó su última novela: Asesinato en el corazón de Jerusalén, subtitulada 'Un caso pasional'. En un barrio céntrico de Jerusalén, donde Ohayon se acaba de comprar un piso, se descubre el cadáver de una joven perteneciente a la comunidad yemení. Las sospechas se centran en los vecinos del barrio.
 
Esta novela es la única que sucede, por así decirlo, en "abierto", lo que permite a su autora levantar un mapa de los conflictos entre las numerosas minorías étnicas del país; aunque estaban siempre presentes en sus novelas anteriores, en ésta cobran una relevancia central.
 
No creo que me equivoque al afirmar que somos muchos los lectores y admiradores que lamentamos su pérdida.
 
 
El asesinato del sábado por la mañana, Madrid, Siruela, 1998, 359 páginas. Traducción del inglés: María Corniero.
Un asesinato literario, Madrid, Siruela, 1999, 407 páginas. Traducción del inglés: María Corniero.
Asesinato en el kibbutz, Madrid, Siruela, 2000, 360 páginas. Traducción del inglés: María Corniero.
Un asesinato musical, Madrid, Siruela, 2001, 457 páginas. Traducción del inglés: María Corniero.
Asesinato en el corazón de Jerusalén, Madrid, Siruela, Madrid, 2003, 380 páginas. Traducción del hebreo: Raquel García Lozano.
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