Menú
'UNOS Y CEROS'

La primera historia (seria) de la informática

Nos pasamos media vida pegados al ordenador y la otra media al teléfono móvil. En los pocos ratos que nos quedan libres vemos películas en DVD, jugamos a los videojuegos o encontramos una dirección gracias al GPS del coche. Nuestra vida está rodeada de unos y ceros, de código binario, que es el que hace funcionar todas esas máquinas; pero apenas nos enteramos, porque los bits son invisibles y han llegado tan rápido que ni nos hemos dado cuenta.


	Nos pasamos media vida pegados al ordenador y la otra media al teléfono móvil. En los pocos ratos que nos quedan libres vemos películas en DVD, jugamos a los videojuegos o encontramos una dirección gracias al GPS del coche. Nuestra vida está rodeada de unos y ceros, de código binario, que es el que hace funcionar todas esas máquinas; pero apenas nos enteramos, porque los bits son invisibles y han llegado tan rápido que ni nos hemos dado cuenta.

La historia de la computación y las computadoras va tan deprisa que en el lapso de dos generaciones hemos pasado de contar con los dedos a no hacerlo en absoluto, porque una infinidad de ingenios electrónicos ya lo hacen por nosotros. Somos, en definitiva, una sociedad fascinada por lo digital, del mismo modo que la del año 1950 era una sociedad que admiraba lo mecánico. El problema, al final, es que sabemos dónde están todos esos prodigios –incluso cómo funcionan– pero no tenemos ni idea de dónde vienen.

Este pequeño desfase se debe a la crónica escasez de buenos historiadores de la ciencia. La gente de números se lleva fatal con las letras y no se sabe explicar. La informática es una ciencia, una rama extraña de las matemáticas cuya materia prima es la información. Los informáticos –científicos al fin y a la postre– dominan su disciplina pero, por lo general, no tienen demasiado interés en conocer los orígenes de la misma, y mucho menos en aprendérselos para después contárselos a los no iniciados en términos sencillos.

No es el caso de Daniel Rodríguez Herrera, que además de informático (programador, para más señas) es periodista, historiador, economista, politólogo, estudioso del alma humana y, a ratos largos, escritor de guiones cinematográficos.

Como un sabio de los de antes, Daniel se echó a la espalda hace dos años la dura tarea de escribir la primera historia de la informática, desde su voluminosa y traqueteante prehistoria hasta la sofisticación del Iphone, o tal vez debería decir el Ipad, que esto de los unos y los ceros va a toda pastilla.

Eligió como método el de los pasajes. Semanalmente fue contando a los lectores de Libertad Digital un episodio, generalmente apasionante, sobre la historia de la informática. No lo hizo al tuntún –Daniel no hace nada al tuntún–, fue estructurando mentalmente la obra y, como en un puzzle, pieza a pieza dio forma a una cadena de personas y hechos que son los responsables de que usted esté en estos momentos leyendo este artículo en la pantalla de su ordenador, de su móvil, de su consola de videojuegos o de su tablet.

El resultado final es una obra soberbia de obligada lectura para cualquier aficionado a la informática y muy amena para los que no lo son pero viven en este mundo. Daniel nos cuenta cómo nacieron los ordenadores hace más de un siglo, cómo fueron evolucionando y cómo se han convertido en el fetiche de nuestros tiempos. Porque la historia de la informática, lejos de haber concluido o estar próxima a su conclusión, se encuentra aún en pañales... aunque ya corra que se las pela.

El libro de Daniel es un vistazo rápido y desenfadado al pequeño trecho que hemos recorrido, una minúscula porción de tiempo durante la cual nuestra especie ha aprendido a controlar algo casi tan importante como el átomo: el bit, la unidad mínima de información que puede expresarse en solo dos valores: uno y cero. A partir de ahí se ha construido el resto, empezando por el mismo título del libro, que da en el centro de la diana definiendo lo que, en última instancia, es la informática.

Ceros y unos nos descubre ocurrencias geniales que han terminado cambiando el mundo. Muchas de ellas fueron accidentales, otras buscadas con denuedo. Entre las primeras tenemos los videojuegos, que nacieron en los años 70 como simples bancos de pruebas pero pronto devinieron entretenimiento masivo para todos los públicos. Entre las segundas, las bases de datos, auténticas madres nutricias de la informática. El primer ordenador, por ejemplo, se utilizó para hacer un censo... de defunciones, preludio de lo que habría de venir, ya que décadas después los primeros ingenieros informáticos se afanaron en crear programas para que al fisco no se le escapase una sola víctima.   

La historia de la informática quizá no parezca demasiado interesante, pero lo es, y mucho. Leemos mucha historia militar sin haber cogido un arma en nuestra vida y sin saber lo que se sentía dentro de una trinchera encharcada del frente del Marne, pero apenas prestamos atención al origen del sistema operativo que gobierna nuestro infatigable portátil. Aunque sólo sea por la cercanía con la materia en cuestión, saber algo de unos y ceros nunca está de más, sobre todo cuando quien nos lo cuenta es Daniel Rodríguez Herrera, narrador de primera y primer historiador (serio) de la informática.

 

DANIEL RODRÍGUEZ HERRERA: CEROS Y UNOS. Ciudadela (Madrid), 2011, 250 páginas.

diazvillanueva.com

0
comentarios