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EL LIBRO ELECTRÓNICO HA LLEGADO PARA QUEDARSE

La revolución que viene

En realidad, la revolución ya esta aquí. Se trata de la introducción del libro digital. O, si se quiere añadir dramatismo al asunto: estamos en presencia de la muerte paulatina del libro impreso.

En realidad, la revolución ya esta aquí. Se trata de la introducción del libro digital. O, si se quiere añadir dramatismo al asunto: estamos en presencia de la muerte paulatina del libro impreso.
Son muchos los que afirman que eso nunca va a suceder. Es decir, la posibilidad de una civilización sin esos textos apretados entre dos cubiertas que pueblan las bibliotecas, las mesillas de noche, los escritorios, los pupitres de los niños. Pero tal vez cuando el hombre leía sobre rollos jamás imaginó que unos monjes escribirían a mano voluminosos libros iluminados, ya en formatos de libro parecidos a los que manejamos hoy. Y cómo iban a saber estos amanuenses que un individuo llamado Gutenberg desterraría su primorosa caligrafía con la introducción de la imprenta, o el fuerte olor de la tinta en las linotipias.

Casi todas las revoluciones son derrotadas por otras, y en estos momentos vivimos la revuelta de lo que en inglés ya se conoce popularmente como el e-book, de cuyo lanzamiento precisamente se ha encargado Amazon, empresa abanderada de sublevaciones tecnológicas como la venta virtual de libros frente a la moribunda librería tradicional. La compañía de Jeff Bezos se adelantó a todos con el Kindle, un aparato provisto de una pantalla y del tamaño de un libro. Por algo menos de diez dólares, el usuario puede bajarse un best seller reciente o un libro cuya edición ya se ha agotado. En cuestión de minutos el texto aparece en una suerte de cuaderno electrónico, y en vez de pasar las páginas numeradas, el lector sabe qué por ciento le queda antes de llegar al final de la obra.

El Kindle, cuyo precio es de algo más de 300 euros, todavía resulta relativamente caro, sobre todo para quienes no son ávidos lectores. Pero con el e-book también se pueden bajar revistas, periódicos y otras publicaciones. Además, en una era en la que los jóvenes prefieren ver películas en el ordenador, hacer amigos por medio de Facebook o compartir su estado de ánimo en el tablón virtual de Twitter, para ellos los libros de papel comienzan a ser tan antiguos como ya lo es un CD en la época del iPod. No hay que olvidar que la madre de todas las revoluciones la ha encabezado Apple.

Las editoriales han tardado en reaccionar ante este tsunami virtual que amenaza cambiar para siempre el mundo tal y como lo conocemos. Los editores se equivocaron al pensar que tendrían mejor suerte que los periódicos. A fin de cuentas, las noticias diarias poco podían hacer contra la inmediatez de internet. Pero el libro, debieron de suponer, es un artículo de lujo que invita a la complicidad del lector. Un diario se tira a la papelera al final de la jornada, pero un buen libro encierra dedicatorias, es el recuerdo de un regalo, la evocación de un desengaño, las anotaciones al margen, el hallazgo olvidado en la estantería. Por eso, tal vez, los editores han sido lentos, y ahora el Kindle es su Godzilla particular. No es casualidad que en la reciente Book Expo America, una feria anual que se celebra en Nueva York, las editoriales centraran sus foros y debates en la presentación del libro digital. Por ejemplo, en esta ocasión Harper Collins no obsequió al público con paperbacks de novelas que están a punto de publicarse, sino que repartieron cupones que podían canjearse por galeradas electrónicas.

Como era previsible, Google, ese otro gigante sin el cual ya no podríamos subsistir, en la feria contraatacó a Amazon con una golosa propuesta: también quieren lanzar un programa que permita a las editoriales vender, a través de sus servicios, versiones digitales de sus más recientes publicaciones. La consigna es acabar con el monopolio de Amazon, aunque esto implicaría precios más competitivos que los que hasta ahora se ofrecen en las librerías convencionales. El proyecto de Google iría mas lejos que el Kindle, pues se plantean sacar un libro en cualquier formato que tenga acceso a internet, incluidos los teléfonos móviles. De hecho, en Japón ya se ha dado el caso de best sellers que se han publicado directamente en los celulares. Por el momento el e-book representa de un 1 a un 3 por ciento del total de las ventas de libros, pero es el sector de mayor crecimiento en la industria editorial.

Aún son muchas las incógnitas en cuanto a cómo el libro electrónico va a afectar los hábitos de lectura y de qué manera será rentable. Pero, sin duda, ya forma parte del presente, y está aquí para quedarse. Hay quien todavía se resiste a la idea de leer un libro sin tapas y ve en la pantalla del todavía imperfecto Kindle otra perversión más de la tecnología. Sin embargo, a pesar de la inevitable melancolía que provoca este adiós gradual, es poco factible aferrarse a un pasado de páginas amarillentas y librerías abarrotadas. La revolución comenzó hace mucho con la rigidez del pergamino y ahora continúa con el baile de palabras virtuales en la pantalla. Lo importante es que la historia nunca sea la misma, sino una nueva que saque a pasear nuestra imaginación. Leer siempre nos lleva lejos. Lo único que cambia es el modo de viajar.
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