Menú
EL INÚTIL DE LA FAMILIA

La vida imaginada de Joaquín Edwards

Todo el mundo conoce a Jorge Edwards. Es uno de los escritores hispanoamericanos más respetados de su generación, que no es cualquiera, pues es la que procede, ni más ni menos, del así llamado "boom". Esa floración de novelistas argentinos, colombianos, mejicanos, peruanos, chilenos y cubanos –Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez, Guillermo Cabrera Infante, por citar a los vivos– revitalizó de manera espectacular la literatura en español y abrió, de forma no menos espectacular, el mundo hispánico al universo mundo.

Todo el mundo conoce a Jorge Edwards. Es uno de los escritores hispanoamericanos más respetados de su generación, que no es cualquiera, pues es la que procede, ni más ni menos, del así llamado "boom". Esa floración de novelistas argentinos, colombianos, mejicanos, peruanos, chilenos y cubanos –Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez, Guillermo Cabrera Infante, por citar a los vivos– revitalizó de manera espectacular la literatura en español y abrió, de forma no menos espectacular, el mundo hispánico al universo mundo.
El escritor chileno Joaquín Edwards.
Su perfil como escritor va inseparablemente unido a su trayectoria como diplomático, aunque su carrera, iniciada en 1958, terminó con el golpe de Estado de Pinochet, en 1973. Y es que uno de sus libros más conocidos tiene que ver con esa experiencia. Me refiero a Persona non grata, libro que escribió tras ser expulsado de Cuba, donde representaba al Gobierno de Allende. Edwards fue el primer embajador de Chile desde que Castro iniciara su dictadura, y no sé si el último, ya que ignoro si ahora, una vez restablecida la democracia en Chile, vuelve a haber representación diplomática chilena en esa dictadura eterna, y no voy a detenerme a comprobarlo.
 
Uno de los grandes enigmas de la historia intelectual contemporánea es la desdichada y empecatada connivencia de los escritores hispanoamericanos con el monstruo, aberración intelectual y moral que, por otra parte, comparten con escritores y políticos de distintas nacionalidades.
 
Portada de una de las ediciones de PERSONA NON GRATA.Pues bien, Jorge Edwards demostró con ese libro, publicado en Tusquets en 1973, una gran valentía, al denunciar y contar cosas que molestaron muchísimo a los progres. Otro de sus hitos literarios, al margen de otras obras igualmente merecedoras de estima, es Adiós poeta, biografía, o rememoración biográfica, de Pablo Neruda que recibió en 1990 el premio Comillas.
 
Para terminar con los honores y acabar de situarle en el puesto que ocupa en la historia de la Literatura, recordaré que en 1994 recibió el Premio Nacional de Literatura de su país, y en 1999 el premio Cervantes, lo que supuso, como es tradicional con este galardón, el enfado del coro de guantanameros. Ahora Jorge Edwards publica El inútil de la familia en la editorial Alfaguara, abandonando así la cuadra de Tusquets, de la que parecía inseparable.
 
Para empezar, diré que es una de sus mejores obras, tan arriesgada como todas –no es un escritor convencional, aunque escriba según los cánones– y tan divertida como melancólica. Si nos empeñamos en clasificarla genéricamente habría que decir que, más que de una biografía ficcionada o imaginada –en definitiva, el protagonista existió–, es una antibiografía, ya que utiliza el material biográfico en función de sus necesidades narrativas, sin concesión alguna al género, conjugando la acción en todos los modos y los tiempos posibles.
 
El inútil de la familia no es otro que un tío abuelo segundo, el escritor Joaquín Edwards Bello, personaje ambiguo, cuya vida transcurrió entre dos aguas, la de la prestancia que le daba su encumbrada familia y la del lodazal de la bohemia chilena y europea. "Noble por todos sus abuelos", que diría Valle Inclán, emparentado con lo más selecto de la sociedad chilena: banqueros, políticos, padres de la patria, académicos y gramáticos por añadidura (¿quién no ha oído hablar, por lo ejemplar, de la gramática de Andrés Bello?), Joaquín rompió su primera lanza con una novela que escandalizó a la alta sociedad chilena: El inútil.
 
Así empezó a desmarcarse de su familia, en una época en la que era muy difícil ganarse el estatus de escritor sin perder la compostura. Jugador empedernido, amante de las mujeres populares (también lo era Galdós, y bien que le aprovechó, pero tenía más talento), su vida oscilaba entre lo oficial y lo subterráneo, pudiendo más lo dionisiaco que lo apolíneo, aunque esto se impuso en ocasiones por el bies del reconocimiento oficial, ya que, como después su sobrino nieto, recibió el Premio Nacional de Literatura.
 
Sin embargo, la familia no parecía jactarse de esa rama desgajada del árbol genealógico, y la vida de Joaquín transcurrió de manera tan accidentada y desdichada como la de los personajes de sus novelas, al parecer mediocres, de un naturalismo rampante. Él mismo se identificaba con el epitafio que inventó para sí mismo otro escritor de su época: "Quiso ser escritor, llegó a ser escritor chileno". Literariamente sólo le rescataba su crónica semanal en el periódico, intensa, cáustica.
 
Cansinos Assens.Estos personajes "novelescos" no son nada nuevo. Hay  muchos escritores en la historia de la literatura, y personas en la historia a secas, de quienes todo el mundo dice que su vida es una novela. Rafael Cansinos Assens, cuyo testimonio rescata Jorge Edwards en este libro, tituló sus memorias La novela de un literato, y hay numerosos ejemplos que vienen menos al caso. Porque Cansinos conoció a Joaquín Edwards Bello, cuando éste formaba parte de esa "legión de jóvenes poetas y estudiantes sudamericanos" que, según él, llegaron a la España finisecular (XIX para el XX) rebotados por la "xenofobia francesa".
 
Se refería concretamente a Vicente Huidobro, que apareció como jefe de fila del "creacionismo", cargo que le fue refutado posteriormente por su primo, el también chileno Joaquín Edwards Bello. Aprovecho para señalar que las jerarquías familiares son muy intrincadas, de forma que en la literatura chilena se puede decir que "todos son primos". En ninguna parte como en Hispanoamérica se ha dado esa suerte de sagas familiares, tradicionales hasta en la disidencia.
 
Jorge Edwards retrata admirablemente ese ambiente opresivo y asfixiante de la época, ese terror sagrado al escritor, al "maldito". No hay, sin embargo, paralelismo ni identificación posible entre personaje y autor, entre tío y sobrino. Primero, porque son otras costumbres y otros tiempos, y después, porque su tío, dejando de lado los prejuicios familiares, era un verdadero desastre, una persona triturada por su espantosa buena educación, poseída de un ansia de destrucción que proyectaba hacia sí mismo hasta realmente conseguir destruirse.
 
Hay en este libro muchas cosas: un retrato de una sociedad que se pretendía elegante, en eterna lucha contra lo "siútico" (cursi en chileno); un relato histórico lleno de acción (cuatro guerras como telón de fondo) con muchas personas reales en juego, como el Marqués de Cuevas, "Cuevitas" en la realidad, un afeminado "siútico", enamorado del baile, cuya ambición era casarse con una millonaria y llegar a la cumbre de la sociedad elegante –y ciertamente lo consiguió (el ballet del Marqués fue famoso en la posguerra)–; y también mucha ficción, pero más que por alteración de la realidad, por asimilación de la misma, por su incorporación al elemento ficcional.
 
Frente al inventario desordenado de una realidad, caótica por naturaleza, Jorge Edwards opone la inventiva ordenada de la ficción, de forma que ésta escape al enmarañamiento de la vida. Hay muchos sentimientos contradictorios: odio y ternura. Y, sobre todo, hay mucha familia, entendida como víctima y verdugo del individuo, pues tal es la paradoja de esa auténtica enfermedad genética que es la familia. "Familias, ¡cómo os detesto!"; con esta cita de André Gide termina Jorge Edwards esta no biografía no autorizada de un hombre y de una época bastante más asombrosos que envidiables.
 
 
Jorge Edwards, El inútil de la familia, Madrid, Alfaguara, 2005, 358 páginas.
0
comentarios