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LA LIBERTAD A PRUEBA

Los intelectuales frente a la tentación totalitaria

La libertad a prueba se ha publicado en España pocos meses antes del fallecimiento de su autor, el filósofo y político anglo-alemán Ralf Dahrendorf, el 17 de junio de este mismo año.

La libertad a prueba se ha publicado en España pocos meses antes del fallecimiento de su autor, el filósofo y político anglo-alemán Ralf Dahrendorf, el 17 de junio de este mismo año.
En la introducción, el autor confiesa que le llevó mucho tiempo escribir este ensayo de poco más de 200 páginas, con el que buscaba responderse a sí mismo por qué, cuando la mayor parte de los grandes intelectuales europeos nacidos entre 1900 y 1910 sucumbían a las tentaciones totalitarias que dominaron gran parte del siglo XX, sólo algunos, como Isaiah Berlin, Karl Popper, Raymond Aron o Norberto Bobbio, resistieron a la seducción de las ideologías liberticidas.

"Desde hace mucho tiempo es para mí un enigma por qué tantos intelectuales se dejaron seducir en 1933 por los cantos de sirena del nacionalsocialismo", afirma Dahrendorf al comienzo del libro, para, dos o tres párrafos más adelante, añadir: "Si se mira más allá de los límites de Alemania –e Italia– se comprueba, asimismo, que el fascismo no fue en absoluto la única tentación de servidumbre de la época de la que estábamos hablando aquí. A nivel internacional, la tentación que supuso el comunismo para los intelectuales fue incluso algo mucho más seductor. Ambas tentaciones se impulsaban mutuamente; un motivo para el fascismo era ya la lucha contra el bolchevismo, un motivo a favor del comunismo era ya –en todo caso en los años treinta del siglo XX– el antifascismo".

Para resolver este enigma, Dahrendorf crea un club ficticio, al que llama Societas Erasmiana, y hace desfilar ante su brillante pluma de ensayista, uno a uno, a los intelectuales más notables de los nacidos en la primera década del siglo XX. Según él, sólo serán dignos de ser considerados erasmistas, y, por tanto, de ser miembros del club, aquellos que resistieron a la tentación totalitaria, de uno u otro signo político.

De esta forma, Dahrendorf quiere ponerlos bajo el patrocinio de Erasmo de Rótterdam, "representante temprano del espíritu liberal moderno", que "en un mundo maniqueo, logró no tomar partido, manteniendo la visión panorámica de todo. Esto le valió tanto enemigos como amigos. A algunos les ha llevado a apropiárselo a otros a ponerlo en el lado de enfrente".

Erasmo de Rótterdam.Ralf Dahrendorf acierta al abordar uno de los temas que, sin lugar a duda, es de los más apasionantes y peor analizados del siglo XX: la relación de los intelectuales con los totalitarismos y su escaso compromiso con la causa de la libertad. Pero, a pesar del derroche de erudición, el tratamiento que Lord Dahrendorf da a este asunto resulta decepcionante. La búsqueda de la esencia de ese espíritu liberal que permite reaccionar en contra de la tentación totalitaria no era empresa fácil, y el recurso de inventar este ficticio club de epígonos de Erasmo en nuestro tiempo para clasificar a los intelectuales de esa generación no es suficientemente esclarecedor.

Dahrendorf procura no entrar en valoraciones morales sobre las ideologías que condujeron a los dos totalitarismos del siglo XX, y sin embargo la clasificación que realiza para construir el organigrama de su Societas Erasmiana no es otra cosa que una exhaustiva clasificación en buenos, malos y regulares. Defiende la figura del intelectual observador frente a la del intelectual comprometido, de la que Sartre sería un prototipo, lo que le lleva a eliminar el nombre del intelectual comunista francés de la lista de candidatos a entrar en el club de los erasmistas. En mi opinión, lo antiliberal de Sartre no fue su compromiso político, sino el carácter liberticida de las ideas con las que se comprometió.

Para combatir el totalitarismo, para no caer en las trampas de quienes utilizan la propaganda como instrumento político, no basta con tener ese espíritu liberal erasmista del que habla el autor. Es preciso desentrañar las mentiras y falacias que esconden las ideologías liberticidas y tratar de mostrárselas a la gente antes de que sea demasiado tarde. Porque la libertad no se pierde de un día para otro; desgraciadamente, los individuos renuncian a ella poco a poco y sin apenas darse cuenta.

Hayek, que por haber nacido un año antes del comienzo del siglo XX se escapa de la generación estudiada por Dahrendorf, fue muy claro en este sentido cuando escribió, en Camino de servidumbre:
Saber que luchamos por la libertad para forjar nuestra vida de acuerdo con nuestras propias ideas es mucho, pero no bastante. No es suficiente para darnos las firmes creencias necesarias para luchar contra un enemigo que usa la propaganda como una de sus armas principales, no sólo en sus formas más ruidosas sino también en las más sutiles.
Dicho todo esto, bienvenido sea este último ensayo de Dahrendorf, que pone sobre la mesa uno de los temas que más precisan de espíritu liberal erasmista a la hora de ser analizados y discutidos. Porque, a pesar de la caída del Muro de Berlín, a pesar de que hoy se conocen los asesinatos de Stalin y las terribles consecuencias del comunismo, en el mundo llamado occidental sigue criticándose con distinta dureza el fascismo que el bolchevismo (por seguir la terminología de Dahrendorf). En el mundo intelectual y político reina una ortodoxia que hace que la derecha deba andarse con pies de plomo para que no la acusen de fascista, mientras que la izquierda, aunque dé pasos peligrosos hacia el totalitarismo, aunque se la acuse de bolchevique, sigue regodeándose en su propia complacencia moral.

La libertad a prueba nos lleva, una vez más, a reflexionar sobre los totalitarismos que llenaron de sangre la Europa del siglo XX. Totalitarismos de los que poco hemos aprendido. No hemos aprendido que se imponen sin que parezca que nadie los haya querido imponer. No hemos aprendido que las intenciones despóticas no se perciben porque la libertad no se nos arrebata de un día para otro sino que, más bien, la entregamos dócilmente ante las falsas promesas de un mundo mejor. No hemos aprendido que las promesas de felicidad suelen ocultar caminos de sufrimiento. No hemos aprendido, en fin, que todas nuestras decisiones tienen consecuencias y que sólo el firme compromiso con la búsqueda de la verdad y la defensa de la libertad podrá prevenirnos de imposiciones totalitarias.


RALF DAHRENDORF: LA LIBERTAD A PRUEBA. LOS INTELECTUALES FRENTE A LA TENTACIÓN TOTALITARIA. Trotta (Madrid), 2009, 224 páginas.
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