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BIOGRAFÍA

Los pasos y patadas de Eduardo Haro Ibars

La biografía de Eduardo Haro Ibars, muerto en 1988, es el segundo libro que el periodista J. Benito Fernández, adscrito a los informativos de TVE, dedica a un personaje de complicadas relaciones con el mundo y con él mismo. En “Los contornos del abismo” llevó a cabo una investigación meticulosa para reconstruir la biografía de Leopoldo María Panero, dando claves para introducirnos en los ambientes por los que se ha movido el escritor. De aquella investigación surge este “Eduardo Haro Ibars. Los pasos del caído” que fue finalista del XXXIII Premio Anagrama de Ensayo.

La biografía de Eduardo Haro Ibars, muerto en 1988, es el segundo libro que el periodista J. Benito Fernández, adscrito a los informativos de TVE, dedica a un personaje de complicadas relaciones con el mundo y con él mismo. En “Los contornos del abismo” llevó a cabo una investigación meticulosa para reconstruir la biografía de Leopoldo María Panero, dando claves para introducirnos en los ambientes por los que se ha movido el escritor. De aquella investigación surge este “Eduardo Haro Ibars. Los pasos del caído” que fue finalista del XXXIII Premio Anagrama de Ensayo.
Los pasos del ángel caído, de J. Benito Fernández
Eduardo Haro coincidió en la cárcel de Zamora con Leopoldo María Panero y tuvieron una relación contradictoria en la que el seducido fue Leopoldo. Quizá esa conexión y ciertos paralelismos vitales fueron las razones que llevaron a Benito Fernández a aprovechar parte del material que ya tenía y ofrecer una nueva biografía sobre un maldito de familia conocida.
 
Aunque “Los pasos del caído” le ha salido menos redondo que “Los contornos del abismo”, tiene el libro la virtud de establecer conexiones, dar pistas sobre círculos del mundo de la cultura y el espectáculo en España y sobre el entorno familiar que resultan ilustrativos. En la investigación ha contado con la ayuda de la madre de Eduardo Haro Ibars, Pilar Yvars, y de muchos amigos y conocidos de Eduardo, pero el padre, Eduardo Haro Tecglen, con cuya figura se peleó casi durante toda su vida el primogénito, no ha querido participar en esta reconstrucción biográfica.
 
Benito no hace biografías cotillas, ni tampoco crea mitos, ya que el lado oscuro se manifiesta, pero sí concede importancia a un tipo de persona que, viniendo de familias instaladas y con poder, tanto en el franquismo como en la democracia, se declaran enemigos de lo establecido y de ellos mismos. Hay dos fotos ilustrativas en el libro en el que el pie dice: “Todos muertos”. El coqueteo con las drogas y el alcoholismo ha acabado con muchos de los protagonistas de la contracultura de los años 70 al 90. No es menos significativa la genealogía de algunos de los protagonistas que aparecen en la biografía, algunos nobles, otros hijos de abogados de renombre o de periodistas instalados.
 
La primera parte del libro, con un minucioso retrato del Tánger de los años 60 nos da más pistas sobre la familia y su círculo de amistades literarias, la iniciación a las drogas del joven y la construcción de un Eduardo bisexual y excesivo. Sin embargo, quizá tenga más interés la segunda parte del libro, cuando Eduardo Haro Ibars intenta insertarse en una “vida laboral” difícil de compatibilizar con su “modus vivendi”, a finales de los 70 y durante los 80, cuando ya se ha situado en un punto de no retorno con las drogas y el alcohol. En este periodo le ayudan sobremanera amigos que le perdonan casi todo o que tienen cierta debilidad y cariño por él como Mariano Antolín Rato, Luís Antonio de Villena durante un tiempo, Gabriel Albiac, Fernando Sánchez Dragó o Francisco Nieva. Así como novios y novias que comparten buenos y malos ratos.
 

Eduardo Haro Ibars fue poeta, traductor de dudosa eficacia, letrista con la Orquesta Mondragón, periodista y “semiexperto en música y movimientos culturales. Su perfil no es el de un escritor ni tampoco un ideólogo. Más bien un personaje contradictorio y un ejemplo de ciertos comportamientos que cristalizaron en la época de la “movida madrileña”. Un periodo en el que Eduardo Haro se manifiesta en su lado constructivo y destructivo, con aristas siniestras y facetas seductoras. J. Benito Fernández ofrece testimonios de los que le trataron y, con premeditado cálculo, describe momentos que a más de uno que todavía vive para contarlo pueden parecerle comprometedores. No es una biografía complaciente aunque si resulte algo hinchada, quizá por estar menos trabajada que la de Panero. En todo caso, es un testimonio de una época tan excitante como poco sensata en la que muchos de sus protagonistas se muestran ya incapaces para ser dueños de sí mismos y, finalmente, acaban muriendo triturados por los fantasmas y las estrategias fatales para librarse de ellos.   

J. Benito Fernández, Eduardo Haro Ibars. Los pasos del caído. Barcelona, Anagrama, 2005, 412 páginas.

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