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VENCER EL MIEDO

Magdi Allam contra el terrorismo islámico

En 2005, cuando apareció la versión original de este libro (Vincere la paura, Mondadori), Magdi Allam era un eminente periodista italiano de origen egipcio y confesión musulmana que debía vivir en semiclandestinidad por culpa de sus correligionarios más fanáticos, que querían darle caza por liberal y apóstata. Hoy, está tanto o más perseguido que entonces, pero ya no es el mismo ni se llama igual: ahora es Magdi Cristiano Allam.

En 2005, cuando apareció la versión original de este libro (Vincere la paura, Mondadori), Magdi Allam era un eminente periodista italiano de origen egipcio y confesión musulmana que debía vivir en semiclandestinidad por culpa de sus correligionarios más fanáticos, que querían darle caza por liberal y apóstata. Hoy, está tanto o más perseguido que entonces, pero ya no es el mismo ni se llama igual: ahora es Magdi Cristiano Allam.
En la página de agradecimientos, Allam dice tener "una deuda inconmensurable" con todos aquellos que, desde las instituciones italianas, se han volcado para que pueda seguir vivo y desarrollando su actividad periodística. La nota, como todo el libro, está escrita con la cabeza y con el corazón. Hay en estas páginas una descripción realista y esclarecedora de la amenaza que para la forma de vida de Occidente supone el islam político, pero también una actitud valiente y optimista sobre lo bueno de la "civilización común", como denomina Allam a esa pulsión ética innata en el ser humano.
 
En Italia, las instituciones y las Fuerzas de Seguridad se desviven por proteger a este periodista. En España, las cosas son bien distintas. El señor Allam no ha podido presentar Vencer el miedo en nuestro país porque el Ministerio del Interior no ha garantizado su seguridad. Encuentro, su editorial española, se vio obligada a sustituir la cena-coloquio que había programado para ayer miércoles por una video-conferencia que pronunciará su autor desde Roma...
 
De eso va, precisamente y en gran medida, este libro; del peor enemigo de Occidente, que no es el islamismo, sino su propio miedo, o mejor dicho, el paralizante dilema entre defender con todas las consecuencias la vida y la libertad, como valores sagrados de la civilización común, o intentar apaciguar al Mal.
 
Cristiano Magdi Allam pertenece a esa minoría selecta de occidentales –por su voluntad de conocer y de no tener miedo– que ha decidido no esconder la cabeza bajo la tierra ni fabricarse excusas sedantes ante la incompatibilidad radical del islamismo con nuestra forma de vida. Su análisis del terrorismo islamista es incómodo porque va directo a la raíz antropológica del islam y no comulga con las cataplasmas apaciguadoras, como ésa que explica el yihadismo por la pobreza o aquélla que proclama la coexistencia de un islam fanático junto a uno supuestamente moderado.
 
Las tesis relativistas, que dominan la toma de decisiones y los medios intelectuales y de comunicación en Occidente, sostienen que el mundo libre debe acoger y fomentar el desarrollo de ese supuesto islam moderado porque se trata de la respuesta más eficaz a los fanáticos y pronostican que, si Europa vuelve a ser un espacio de convivencia multicultural –cosa que nunca ha sido, pese a lo que digan los reescribidores del pasado– y la casa común de las civilizaciones, acogedora de todo tipo de credos y formas de vida, el islam se modernizará y librará de las facciones que practican la violencia nihilista y la intolerancia. Magdi Allam, en cambio, afirma que no hay dos manifestaciones del islam, sino una antropología islámica incompatible con la "civilización común humana", el concepto que da la clave de sentido a este libro, porque condensa el optimismo de Allam y, a la vez, su convicción de que no hay que andarse con paños calientes, sino combatir el Mal con determinación y claridad moral.
 
Magdi Cristiano Allam."He reclamado repetidamente una toma de posición neta por parte de los gobiernos y de las comunidades musulmanas –explica Allam en el capítulo titulado "El Occidente que me da miedo"–, aclarando que no hay un terrorismo bueno y otro malo, víctimas lícitas e ilícitas. Pues me parece que la misma llamada hay que hacérsela a todos los que en Occidente, obcecados por la ideología antiamericana, adoptan un doble parámetro ético a la hora de valorar el carácter sagrado de la vida".
 
Vencer el miedo contiene análisis y, sobre todo, contiene testimonio. Es el relato en primera persona de alguien que se enfrenta a diario al terrorismo islamista y ha tenido el valor de denunciar tanto la intolerante base antropológica que lo inspira como la ceguera de Occidente. Allam toma constantemente partido, bracea en una Europa de discursos ambivalentes, contemporizadores, relativistas. Su defensa de la alianza internacional para liberar Irak de un tirano sanguinario como Sadam Husein resulta, en este sentido, una de las posiciones más elocuentes del libro. Aquí no escribe como Magdi Cristiano Allam, un fervoroso católico que ha encontrado la Verdad en Cristo, sino como "un protagonista comprometido, como periodista y como hombre, a dar testimonio de los horrores de la cultura del odio y de la muerte, a apoyar el éxito de la civilización común del hombre incluso, aunque no sólo, entre los pueblos y las comunidades musulmanas", según explica en una conmovedora carta dirigida a Oriana Fallaci, a la que admiraba y tenía afecto, pero con la que asimismo mantenía serias discrepancias.
 
Fallaci era apocalíptica, no creía que existiera una "civilización común", una pulsión ética innata en el hombre, un derecho sagrado a la vida y la libertad. Veía el mundo organizado en tribus incomunicadas por el peso y la densidad de la religión, y sostenía que el islam era el más opresivo de todos los credos. Creía inevitable, cuestión sólo de tiempo, que los musulmanes acaben tomando posesión de Europa, de sus instituciones, de su derecho, de sus universidades, de sus símbolos culturales, de sus costumbres, y repudiaba a los occidentales por no tener siquiera la gallardía afrontar ese cambio cultural inevitable. Magdi Allam, en cambio, no cree que la lucha sea de una religión contra otra, sino de civilización contra barbarie.
 
Por eso, lleno de afecto y empatía por la Fallaci, escribe a la florentina:
Cuando tu discurso se desliza por el pasotismo, desnudo de contexto ético, cuando llegas a imaginar que tú eres la única que comprendes y estás legitimada para dictar sentencias, mientras todos los demás indistintamente serían estúpidos, ingenuos, bufones, traidores, demonios, entonces todo se reduce a un cúmulo de palabras vacías, más o menos sarcásticas, más o menos lícitas, más o menos vacías.
Con todo, Allam no pierde de vista en ningún momento que es más lo que le une que lo que le separa de esa maestra de periodistas que era la Fallaci.
 
También dedica una carta, ésta demoledora, a Tariq Ramadán, ese falso profeta del islam moderado que gran parte de los intelectuales y medios de comunicación occidentales ve como confirmación de sus tesis sobre la viabilidad de un programa apaciguador del islam político.
 
Con el impostor, la razón de Magdi Allam no tiene miramientos. Ante la propuesta de "buena voluntad" del islam de establecer una "moratoria" a las penas violentas contra las mujeres prescritas por la sharia, idea lanzada por Ramadán y acogida con gozo en esos mismos medios occidentales, Magdi Allam responde con contundencia en la referida carta:
Métase en la cabeza que los musulmanes son personas sin más. No aceptamos ninguna moratoria sobre la lapidación de las mujeres adúlteras. Al contrario, digamos de modo explícito, fuerte, inequívoco, que estamos totalmente en contra de cualquier forma de violación de la integridad física de las personas. Ni más ni menos. Por nada del mundo queremos poner esto en cuestión y rechazamos cualquier componenda sobre los derechos fundamentales de la persona y sobre el carácter sagrado de la vida de todos. Nuestra humanidad no está en venta por ningún motivo y no se cambia por vuestros sucios juegos de politicastros del islam.
Es éste, en fin, un testimonio personal y un análisis ponderado de la encrucijada en que se encuentra Occidente. Una crónica cruda y optimista, alerta y reconfortante, pegada a la realidad y elevada al futuro, descriptiva y honda, verdadera y constructiva. Magdi Allam, sin disimular la visión más sombría que sobre el avance de la intolerancia islámica en Occidente da Oriana Fallaci, es su reverso regeneracionista. Donde ella dice que no hay futuro, él anuncia el triunfo sobre el miedo. A diferencia de la Fallaci, Magdi Cristiano Allam cree en la civilización común de la vida y la libertad.
 
 
MAGDI ALLAM: VENCER EL MIEDO. MI VIDA CONTRA EL TERRORISMO ISLÁMICO Y LA INCONSCIENCIA DE OCCIDENTE. Encuentro (Madrid), 2008, 222 páginas.
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