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DIARIOS 2004

Metaperiodismo

Arcadi Espada escribe a diario una anotación en su bitácora sobre lo que acaece y sobre lo que se cuenta al respecto. Es decir, escribe sobre el periodismo: “El objetivo de los diarios no querría ser otro que la meditación de un periodista sobre su oficio, a partir de una selección de casos”; “algo así como la crítica cultural" del oficio. Es el metaperiodismo.

Arcadi Espada escribe a diario una anotación en su bitácora sobre lo que acaece y sobre lo que se cuenta al respecto. Es decir, escribe sobre el periodismo: “El objetivo de los diarios no querría ser otro que la meditación de un periodista sobre su oficio, a partir de una selección de casos”; “algo así como la crítica cultural" del oficio. Es el metaperiodismo.
Detalle de la portada de DIARIOS 2004.
De sus anotaciones de 2004 ha sacado un libro que ha recorrido un camino, del blog al papel, que pronto se hará autopista. En realidad, como explica el autor en el prólogo, Diarios hizo primero el camino inverso. Él había escrito su primer volumen, y por sugerencia de José Antonio Millán decidió volcar sus notas en internet "con el objetivo confesado de publicarlo". No fue un paso inocuo, porque el espacio de los lectores es un elemento esencial de una bitácora, y el de la suya, que ha llamado Nickjournal, ha acabado llegando a las anotaciones. Ahora ocurre que lo genuino de internet, el comentario escondido tras un nick que coincide o no con la identidad, se lleva también al papel.
 
Contar lo que ocurre (el periodismo como lo ve Arcadi Espada) es a la vez sencillo y muy complicado. El periodista tiene que entender lo que ocurre y más tarde contarlo, para que otros también lo entiendan. El problema es el que refleja una encuesta que se hizo en la Facultad de Periodismo de la Complutense, no hace mucho. "¿Por qué elegiste la carrera de periodismo?". "Para cambiar el mundo", fue la respuesta más repetida. No para contarlo (todo lo que acaece...). El resultado de esa vieja tesis se lee en los titulares de los periódicos, en las combinaciones de vídeo y voz, en fotografías y noticias habladas. El trabajo que se ha impuesto Arcadi Espada es desentrañar ese reflejo en el periodismo y mostrarlo a los lectores.
 
Uno de los temas habituales en su bitácora es el de la objetividad, que "tiene una semántica precisa: es la posibilidad de dar cuenta de los hechos al margen de las creencias". Es la posibilidad de dirimir si el Gobierno de Aznar mintió o no en las horas entre el atentado del 11-M y las elecciones, independientemente de la posición ideológica. A él le basta recordar que el Gobierno "no tuvo que encarar en ningún momento indeseables descubrimientos de la prensa o de la oposición, y que los que tuvo que encarar (terroristas suicidas) se demostraron falsos; que detuvo a presuntos terroristas islámicos –y así lo dijo– pocas horas antes de la apertura de los colegios electorales...". Luego "no ocultó los hechos suficientes como para que los ciudadanos fueran a votar con el convencimiento, seguramente mayoritario, de que la pista islámica era la más sólida".
 
Arcadi Espada.En la misma línea, critica lo que llama "la floreciente industria de la conspiración" en torno a los atentados, para la que ha citado in extenso a El Mundo (m), con la eme minúscula por "misterioso", como ejemplo de lo que dice en otro contexto (y antes de los atentados): "Cuando el periodismo no puede saber se apresta a creer". En concreto, considera que el diario está buscando una conexión "inalámbrica" entre ETA y los autores de las bombas. Del mismo modo critica la idea de que esté probado, con los hechos, que la matanza de Madrid fuera fruto de una conspiración electoral.
 
Por lo que se refiere a la crítica cultural, destaca lo que se resume en su primera anotación del 3 de mayo: "Un periódico dice por boca de uno que ayer fue al Fórum de las Culturas: 'Después de verlo todo te das cuenta de que el mundo no es sólo Occidente'. Y no añade 'por desgracia'"; lo que, es cierto, debería resultar sorprendente. Una civilización que ha tropezado con el feliz descubrimiento de los derechos del individuo y que se observa instalada en el progreso, concepto extraño a otras culturas. Digo esto porque en demasiadas ocasiones el nacionalismo parece la negación de ambas ideas. No es de extrañar, por tanto, que las de Arcadi Espada sobre el nacionalismo sean profundamente negativas.
 
El autor sabe que las palabras no son inocuas. Los medios de comunicación adquieren usos y expresiones cuyo origen no está muy claro, pero que en más de una ocasión surgen de esa tara moral de nuestro tiempo que es la "corrección política". Falta honradez y capacidad de juicio sobre el uso del lenguaje en los medios de comunicación. Y así se cuelan las palabras de la lengua trasera, que desvelan una concepción específica del periodista. O bien una dejadez.
 
Un ejemplo es el uso, tras el bombazo que acabó con varios terroristas en Leganés, del verbo inmolarse. "La inmolación –escribe Arcadi– es un sacrificio, y como tal, positivo: el ideal, el bien de otros (...) Es decir, la acción de los terroristas está estrictamente descrita, en los periódicos, desde el paraíso adonde han ido luego de dejar Leganés. Un delicado ejemplo de relativismo. Sabemos que no manan ríos de leche ni rondan huríes: sólo polvo y olvido. Sabemos que el terrorismo nada funda. Pero antes de abocarlos al seco, laico y estremecedor vacío del suicidio los llevamos al cálido altar de la inmolación, donde el acto adquiere sentido y, sobre todo, recompensa. Se trata de nuestra comprensión. De nuestra probada tolerancia".
 
El libro, como adaptación de una bitácora, ha conseguido eficazmente trasladar los comentarios, elemento característico de los blogs y de internet, al papel. Pero lo más propio del medio en línea es el enlace, que es imposible de llevar a la imprenta. A falta de una buena solución, la editorial ha optado por suprimirlos. Por lo que se refiere al contenido, Diarios 2004, como las anotaciones que vuelca regularmente en su bitácora, es un ejercicio de crítica cultural de primer orden. Y es un instrumento de reflexión muy útil para los estudiantes de periodismo y para quienes están en el ejercicio de la profesión.
 
 
Arcadi Espada: Diarios 2004. Espasa, 2005. 504 páginas.
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