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CUESTIÓN DE LOCURA

Pensar en grande la historia de Albania

Albania es hoy el país más pobre de Europa y uno de los países más pobres del mundo, pero puede presumir de un grandioso escritor en albanés. Kadaré es, sin duda alguna, uno de los autores más prolíficos, inteligentes y serios del mundo occidental, que naturalmente se exilió, en los años noventa, en Francia.

Albania es hoy el país más pobre de Europa y uno de los países más pobres del mundo, pero puede presumir de un grandioso escritor en albanés. Kadaré es, sin duda alguna, uno de los autores más prolíficos, inteligentes y serios del mundo occidental, que naturalmente se exilió, en los años noventa, en Francia.
Ismaíl Kadaré.
Aunque su obra ha crecido en todos los ámbitos desde que vive en el mundo libre hasta hoy, nadie dejará de reconocer que Kadaré es un escritor hecho durante, y sobre todo contra, el régimen comunista albanés. En los lugares más inhóspitos surge la sorpresa. La sensibilidad y la inteligencia. El general del ejército muerto, su primera novela, del año 1962, marca no sólo las preocupaciones intelectuales de un joven escritor, sino también los fundamentos de toda su narrativa posterior, especialmente una voluntad de estilo capaz de integrar la crítica ideológica, política e intelectual.
 
Este nuevo libro de Kadaré consta de cuatro novelas cortas para pensar, una vez más, en grande la historia de su nación. Y, por lo tanto, de su vida. Digo una vez más, porque estoy convencido de que toda la obra de Kadaré obedece únicamente a ese estro nacional imposible de reducir a cualquier tentación nacionalista. El estímulo de la obra de Kadaré no es ideológico sino literario. La nación deja de ser un concepto estatal, técnico, para ejercer como lo que nunca debería haber dejado de ser: Poesía. La patria del novelista es su lengua. La infancia, los recuerdos y, casi siempre, los sueños son, junto a la lengua, los verdaderos asideros de la nación de Kadaré.
 
Gracias a ese estro, Kadaré convierte la cotidianidad de lo local, en este caso del pasado y presente de la nación albanesa, más en concreto de su ciudad natal, Gjirokaster, en algo extraordinario que puede ser contemplado y hasta vivido de modo universal. "Pensar en grande", sí, sólo es posible cuando la literatura se hace transparente a todos. El poder de la escritura de Kadaré ha conseguido universalizar las peripecias de los albaneses en general, y de su familia en particular, a través de estas cuatro novelas que escribió en épocas muy diferentes.
 
En 1977 escribió La estirpe de los Hankoni, un relato sobre su familia, que va desde su asentamiento en Gjirokaster en el siglo XVIII hasta los inicios del siglo XX. Los cambios de mentalidad son narrados de acuerdo con las transformaciones materiales que trae la historia; sin embargo, aparecen unas constantes que nunca parecen cambiar. Esas líneas de continuidad vienen explicadas por la tradición islámica en que inscriben esta familia. El relato entrelazado de vidas y muertes, vigilia y sueños, ley religiosa y ley civil está tan bien trazado que el lector vive, a veces atónito y a veces de común acuerdo a lo expresado, la ambigüedad de la historia familiar.
 
Esta novela ha logrado, como en realidad las otras tres, transmitirnos ambiguamente, o sea, ha reflejado desde un particular y arbitrario arte de la escritura, el sentido y la irracionalidad de unos personajes que, más allá de sus tradiciones y determinaciones políticas, podrían vivir en cualquier parte del mundo. Así, Días de juerga, escrita durante su época de estudiante, en el año 1962, contiene una crítica tan moral como ácrata al régimen comunista de Albania. Fue censurada, naturalmente, con el pretexto de que era una obra "decadente" y ajena al socialismo; los nazis habrían dicho lo mismo, excepto que era ajena al nuevo mundo nacionalsocialista.
 
Las otras dos novelas tienen, en mi opinión, un calado intelectual superior. Aquí el pensamiento de Kadaré es mucho más refinado. El estilo también se vuelve más preciso y certero. El desprecio, de 1984, es un magnífico retrato de las costumbres, o mejor, una crítica las miserias morales que trae el régimen comunista. Las relaciones entre los actuales poderosos, por un lado, y los desposeídos por el comunismo, por otro, son tratadas con tal sensibilidad y tino que pareciera que leemos a un tratadista de costumbres morales. El matrimonio por conveniencia o acaso por casualidad entre un nuevo rico del régimen comunista, en este caso un pobre diablo, y la hija fea de una vieja aristócrata, en realidad, entre un yerno elemental y una suegra resentida, da lugar a una de las mejores descripciones sobre el profundo desprecio que pueden llegar a sentir los seres humanos no tanto por lo que son personalmente, sino por lo que representan social y políticamente.
 
La última novela, fechada en 2004, y que da título al libro, es, en cierto sentido, una continuación de su novela Crónica de piedra. Una autobiografía que nos permite comprender no tanto la locura de una familia como la de una nación, de un pueblo, que todavía sufre las miserias de sus peores tradiciones. Esta novela es una vuelta a la infancia del autor. Esa perspectiva le permite narrar con ingenuidad y transparencia locuras de una familia de Albania, que podrían darse, que de hecho se dan, lejos, muy lejos, de estas tierras. Cuestión de locura es, pues, un texto para comprender muchas lógicas irracionales, pero se me ocurre imprescindible para conocer una de las mayores locuras políticas y militares de los últimos años: "Kosovo, cuna del albanismo" frente a "Kosovo, cuna de Serbia".
 
 
ISMAÍL KADARÉ: CUESTIÓN DE LOCURA. Alianza Editorial (Madrid), 2008, 315 páginas.
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