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'DEMASIADA FELICIDAD'

Sabia elegancia

Los grandes escritores sienten piedad hacia sus personajes. Cervantes, Tolstói, Némirovsky, iluminan resquicios de compasión entre las miserias de sus criaturas. Son escritores que conocen el alma humana y poseen una especial sabiduría para explicar sus misterios y emocionar al lector.


	Los grandes escritores sienten piedad hacia sus personajes. Cervantes, Tolstói, Némirovsky, iluminan resquicios de compasión entre las miserias de sus criaturas. Son escritores que conocen el alma humana y poseen una especial sabiduría para explicar sus misterios y emocionar al lector.

Sin ninguna duda, Alice Munro es de los grandes. A sus compatriotas les gusta decir que es la Chéjov canadiense, pero Munro (Ontario, 1931) se considera mucho más cerca de las grandes maestras del cuento estadounidenses: Flannery O'Connor, Catherine Anne Porter y Eudora Welty.

La vista desde Castle Rock (2009), la historia de los orígenes de su familia contada a medio camino entre la novela y el cuento, fue vitoreada por la crítica y premiada con el Man Booker Internacional Prize. Sin embargo, algunos nos sentimos decepcionados, y es que Alice Munro necesita unas pocas páginas y centrar la mirada en la realidad más cercana para crear pequeñas obras maestras, cada una de ellas con una historia que cuenta una vida entera que podría ser, eso sí, una novela. Su último libro publicado en España, Demasiada felicidad, vuelve a demostrarlo.

De los diez relatos del libro, nueve tienen como hilo conductor las relaciones familiares. Ese espacio en el que se abren grietas continuamente, entre padres e hijos o entre marido y mujer, en el que se puede sentir tanto la soledad del abandono como la que surge de la incomprensión o la muerte de los seres queridos.

El primero de ellos, de una crudeza que impresiona, presenta el magnífico retrato de una madre joven que ha perdido de una forma terrible a sus tres hijos y que de forma inesperada se cruza, literal y metafóricamente, con la posibilidad de un consuelo.

En otros casos surge la característica ironía de Munro, como en el titulado "Ficción", en el que asistimos divertidos a la evolución de una pareja de hippies, desde que abandonan en la adolescencia el prometedor futuro que espera a los superdotados para irse a una comuna hasta que llegan a una confortable madurez, divorciados, bien establecidos y, eso sí, permisivos con los nuevos modelos familiares, en los que se mezclan antiguas y nuevas parejas y el sexo de los novios y las novias puede variar en poco tiempo. En este relato, de magnífica hechura, se cuenta una preciosa historia de cariño de una niña hacia su profesora de música. Historia que muestra una de las más lamentables características de los seres humanos: qué ciegos somos a veces para ver lo que tenemos más cerca.

El último relato, "Demasiada felicidad", da título al libro, se despega del resto y pone un broche de oro. Su protagonista es un personaje real, Sofia Kovalevsky, una matemática y novelista rusa que vivió a mediados del siglo XIX. Munro la descubrió por azar y comenzó a investigar sobre ella. Fue una mujer brillante que recorrió Europa despertando admiración y respeto, pero sin conseguir ser aceptada como profesora en una universidad, puesto entonces vetado a las mujeres. También en esta ocasión hay una historia de amor y desencuentros que indaga en los sentimientos de hombres y mujeres. Una frase sirve para calibrar la agudeza de Munro:

Cuando un hombre sale de una habitación deja todo detrás, cuando una mujer lo hace lleva todo lo ocurrido en esa habitación con ella.

Sabiduría, concisión, sencillez y complejidad unidas, comprensión, elegancia. Todo ello está en esta hermosa señora que lleva varios años siendo candidata al Nobel y que empezó a escribir relatos porque su duración se adaptaba bien a las siestas de sus hijas.

 

ALICE MUNRO: DEMASIADA FELICIDAD. Lumen (Barcelona), 2010, 335 páginas. Traducción de Flora Casas.

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