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JEKYLL Y HYDE

Sebastian Haffner, un testigo de la Alemania nazi

Entre el inicio de los años 30 y el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial, el exilio alemán comenzó a afluir a las tierras europeas primero, de inmediato a los Estados Unidos. Estaban, claro, en primer lugar los judíos, que ninguna ilusión podían ya hacerse sobre el cataclismo que para ellos se avecinaba. Y los comunistas.

Entre el inicio de los años 30 y el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial, el exilio alemán comenzó a afluir a las tierras europeas primero, de inmediato a los Estados Unidos. Estaban, claro, en primer lugar los judíos, que ninguna ilusión podían ya hacerse sobre el cataclismo que para ellos se avecinaba. Y los comunistas.
Detalle de la portada de JEKYLL Y HIDE.
Estuvieron, a partir del 34 sobre todo, los disidentes internos del propio partido nazi, que, como Hermann Rauschning, dieron los primeros testimonios internos acerca del nazismo y que, hay que reconocerlo ahora, fueron tan proféticos sobre lo que iba a suceder cuanto poco escuchados. Estuvieron también los tan escasos intelectuales alemanes identificados con posiciones liberales o, sin más, convencionalmente democráticas.
 
Este último es el caso de Sebastian Haffner, escritor berlinés emigrado en 1938 a Gran Bretaña, donde publicaría dos años más tarde el extraordinario balance del nazismo inmediatamente antes de la guerra que lleva el título de Alemania: Jekyll y Hyde y, como inequívoco subtítulo, 1939, el nazismo visto desde dentro. La editorial Destino acaba de realizar una edición en español, encomiable a pesar de la inelegancia literaria de una traducción que dificulta no pocas veces su lectura.
 
Haffner, como Roth, como Benjamin, como el ya citado Rauschning –al cual este Jekyll y Hyde se remite en varias ocasiones– acomete una empresa dificilísima: analizar un fenómeno político de las dimensiones y extrañeza del nazismo cuando apenas han pasado seis años desde su toma del poder. Es notable que esa carencia de perspectiva no haya impedido a todos ellos apuntar elementos esenciales que siguen dando al lector de hoy claves imprescindibles para la comprensión de los años más funestos de la historia europea.
 
Sebastian Haffner.El libro de Haffner apuesta por una metodología ecléctica. Y eficaz. Hastiado de los usos de una jerga marxista muy esquemática, la que domina en los análisis de la izquierda alemana de esos años, Haffner trata de seguir la articulación entre biografía e historia. Puede que, en alguna ocasión, eso le lleve a forzar un cierto psicologismo en la explicación de los acontecimientos. Pero da también a su libro una atención a lo concreto que es parte esencial de su atractivo sesenta y cinco años después de su redacción.
 
Estructurado en siete capítulos de análisis de la realidad alemana, los dedicados respectivamente a Hitler, los dirigentes nazis, la población leal, la población desleal, la oposición y los emigrantes, a los cuales sigue un análisis conclusivo sobre las posibilidades de combatir con éxito el desastre, el libro de Haffner es, ante todo, una radiografía muy afinada de la sociedad alemana, sobre la cual asentó el nacional-socialismo su imperio de violencia extrema. Y una reflexión sobrecogedora sobre lo que puede una voluntad de poder sin barreras, cuando se asienta sobre una sociedad incapaz de sobreponerse a la violencia y a la mentira masivamente organizadas.
 
Cada uno de los siete capítulos descriptivos es un pequeño ensayo que, en sí mismo, nos sitúa ante sucesivos callejones sin salida que dan sobre lo peor.
 
La biografía de Adolf Hitler es recorrida, así, por Haffner como una sucesión de frustraciones: inacabamiento de los estudios de enseñanza media, fracaso en su intento de ingreso en las Escuela de Bellas Artes de Viena, fracaso de su proyectada carrera de artista, miseria y supervivencia a costa de la asistencia pública; la guerra luego, donde tampoco logrará pasar de la escuálida posición de cabo, una posguerra en la frontera de la delincuencia como soplón policial… Y, luego, la política, sobre la cual desplazará el emergente Führer sus frustraciones.
 
Adolf Hitler.Para Haffner, Hitler ha extraído de esos años de marginalidad y frustraciones una mezcla letal de método y estilos de hampón y dominio extremo de la demagogia. La violencia sin límites contra el enemigo, y la mentira sin límites para asentar las ideas y designios propios como evidencias comunes, aparecen, desde el momento mismo de la transformación del grupuscular Partido Obrero Alemán en el Partido Nacional-Socialista de los Trabajadores Alemanes, como instrumentos de una eficacia extraordinaria. En los diez años que llevan del fallido golpe de Munich a la marea electoral de 1932 y 1933, y a la final toma del poder merced a la ignominia de Von Pappen, Adolf Hitler ha pasado a convertirse en el catalizador de todas las frustraciones del alemán medio de su tiempo.
 
El grupo dirigente formado en torno suyo tiene, piensa Haffner, un papel muy menor. Sujetos en mayor o menor medida marcados por un oportunismo extremo y por una doble y desmesurada "virtud": la dedicación absoluta a la causa y la corrupción sin límite, que los lleva a amasar fortunas asombrosas en poquísimos años. Hitler ha podido tejer con ellos una red de lealtades basada sobre el interés común y la veneración del jefe, que no le impedirá proceder a las más brutales purgas cuando ello sea necesario: así, las S.A. de un Röhm con quien las deudas personales de Hitler eran enormes.
 
Nada de eso hubiera, sin embargo, podido triunfar tan plenamente sin la actitud del pueblo alemán. Sin ese hastío tras los años de caos que siguieron a los de derrota y que dividieron a los alemanes en dos grandes fracciones: los que anhelaban una retórica vindicativa como la que el nazismo vino a proporcionarles y quienes estaban ya tan hartos de todo que prefirieron mirar hacia otra parte. A los pocos alemanes que rechazan frontalmente lo que está pasando no les queda ya, en 1939, más vía que la del exilio. Y Haffner se duele de la insuficiente atención que los países democráticos están prestando a ese drama, en el cual se juega la supervivencia de tanta gente.
 
Jekyll y Hyde. 1939, el nazismo visto desde dentro dibuja un panorama desolador, justo en vísperas de la hecatombe. Conmueve su lucidez. Y esa imagen, como de pesadilla, de que nada se podrá hacer frente a lo que el autor sabe que está ya llegando.
 
 
Sebastian Haffner, Alemania: Jekyll y Hyde, Barcelona, Destino, 2005, 284 páginas.

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