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CUANDO LLEGUÉ

Una aventura americana

Escribir sobre la experiencia americana no resulta tarea fácil, y menos cuando se hace desde la perspectiva del inmigrante. El estadounidense de origen cubano Manuel Ballagas acaba de publicar un muy recomendable libro, tan personal como ameno, donde ofrece una mirada nueva y esclarecedora de la aventura del sueño americano. Se titula Cuando llegué.

Escribir sobre la experiencia americana no resulta tarea fácil, y menos cuando se hace desde la perspectiva del inmigrante. El estadounidense de origen cubano Manuel Ballagas acaba de publicar un muy recomendable libro, tan personal como ameno, donde ofrece una mirada nueva y esclarecedora de la aventura del sueño americano. Se titula Cuando llegué.
El sueño americano sigue vivo, pese a todo, y el libro y la trayectoria de Ballagas son buena prueba de ello. Ballagas nació en La Habana en 1948, en el seno de una familia de intelectuales. Sus progenitores eran profesores universitarios; además, su padre, Emilio Ballagas, fue uno de los más importantes poetas cubanos del siglo XX. Por vía materna, está emparentado con el primer novelista cubano, Cirilio Villaverde.

Con el triunfo de la revolución castrista, mientras la mayoría de sus familiares se exiliaban en Estados Unidos y Sudamérica, Manuel Ballagas decidió permanecer en la isla, como una especie de ilusionado Doctor Zhivago. Estudió periodismo y trabajó en la prensa radial, donde se desempeñó como crítico de cine hasta 1973, cuando la policía política del régimen de Castro lo arrestó por "diversionismo ideológico" y por mantener correspondencia con el poeta estadounidense Allen Ginsberg. Ballagas fue condenado a seis años de cárcel, de los que cumplió cuatro en prisiones cerradas y campos de trabajos forzados.

En abril de 1980 buscó asilo en la embajada de Perú en La Habana, junto con casi 11.000 compatriotas, en un megacaso de asilo político jamás visto. Semanas después fue enviado a Estados Unidos en el puente marítimo Mariel-Cayo Hueso, que llevó a Florida a unos 120.000 cubanos.

Ya en Miami, volvió a lanzar su carrera periodística en una emisora de radio. En un progreso accidentado pero seguro, se convirtió en editor de la emisora gubernamental Radio Martí, para posteriormente recalar en El Nuevo Herald, donde llegó a convertirse en el jefe de la sección de negocios. En 1998 fue contratado por The Wall Street Journal como jefe de redacción de la edición latinoamericana. Ocho años después, el diario The Tampa Tribune requirió sus servicios para lanzar una publicación en castellano, un semanario que fundó y dirigió hasta el año pasado, en que se jubiló.

Cuando llegué se enmarca en lo que algunos han dado en llamar literatura de la inmigración, que traspasa fronteras y hace referencia a obras cuyos autores han experimentado un cambio cultural decisivo. La inmigración es en sí misma una representación de la modernidad, y en Estados Unidos siempre está en el candelero, pues se trata de un país conformado por inmigrantes de diversos lugares y épocas.

Ballagas es consciente de todo esto, y su libro se enmarca en esa tradición literaria, pero se distancia de la norma general por su personalidad voz narrativa, por su visión nada derrotista de la cuestión. Ballagas nos brinda aquí una colección de columnas que aparecieron originariamente en la revista mensual Tu Dinero o en el semanario Centro, que el propio Ballagas dirigió en Tampa por espacio de tres años. Columnas en las que se destaca la capacidad tanto de Estados Unidos para asimilar y transformar a los inmigrantes (contra lo que piensan los nativistas, que acusan a los inmigrantes de alterar el tejido social de la nación) como de los inmigrantes para superar obstáculos y barreras. Ballagas describe con un estilo ameno y desenfadado, muy personal, teñido por un humor que delata, sin alardes, su origen isleño.

Contrariamente a quienes juzgan que los inmigrantes van a cambiar la idiosincrasia de Estados Unidos, Ballagas sostiene que es precisamente la idiosincrasia de Estados Unidos lo que hace de éste el país que tantos inmigrantes eligen para cambiar de vida. Ballagas nos cuenta con agilidad sus aventuras y prueba cómo, en EEUU, la perseverancia y la fe en Dios llevan al éxito.

Todo está en este libro, con anécdotas que hablan de un hombre honesto que abre su experiencia al mundo con la varita mágica de la amistad. Ballagas se ríe amablemente de sí mismo y del mundo que le rodea, con una sonrisa optimista que hace las veces de elogio de un país a menudo criticado en exceso: cosas del antiamericanismo y el victimismo.

Particularmente reveladora resulta la columna "Cuidado con la ayuda del gobierno", en la que Ballagas echa abajo los tópicos sobre la pobreza y apuesta por la iniciativa individual. La que cierra el libro: "De una sola cosa me arrepiento", resume el espíritu y el tono optimista que Ballagas imprime a esta encomiable colección de escritos.

Lo que Cuando llegué consigue mejor que ningún otro libro de su género es llamar la atención sobre la grandeza de ser hispano y a la vez formar parte de Estados Unidos, de su dinámica, su forma de vida. ¿El mensaje final? Pues que uno gana muchas cosas cuando viene a este gran país, sobre todo en términos de libertad y capacidad de decisión sobre el propio destino.


© Semanario Atlántico

MANUEL BALLAGAS: CUANDO LLEGUÉ. AVENTURAS DE UN INMIGRANTE. Lulu Books (Nueva York), 2009, 153 páginas.
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